♦ Capítulo VII ♦

371 28 7
                                    

¿Cómo cuidar a Dian? Y... ¿Cómo cuidar a Adén? Dos amigos y dos amigas

Aquí estaba yo, intentando hacer reaccionar a Dian. Quién se había desmayado en la puerta de mi casa.

—¡Dian, despierta!¡Idiota!— grité con todas mis fuerzas, aunque fue inútil.—¡Si no despiertas ahora, te mato!

Él seguía sin dar signos de que se iba a despertar. En medio de todos mis gritos, escuché el sonar de mi celular, e inmediatamente lo respondí, era Ellen.

—Hola— dije.

—Hola, Nia ¿Sabes cómo despertar a alguien que se desmayó?— preguntó tranquila.

—¿Alguien de tu familia se desmayó?— pregunté rodando los ojos, no tenía tiempo para responder ese tipo de cosas.

No, tengo a Adén desmayado en mi casa.

¡¿Qué?! Ella también estaba en las mismas condiciones que yo. Vaya coincidencia.

—Increíble, sabes... yo también tengo a alguien desmayado en mi casa. ¿Adivinas quién es?— pregunté. La respuesta era fácil.

Dian, eso es obvio.

—¿Crees que se pelearon? Porque Dian tiene varios moretones en el rostro— pregunté un poco preocupada. Cualquier persona tendría esa actitud cuando ve a alguien en ese estado crítico.

Tal vez, Adén también tiene varios moretones.

Estuve pensando antes de contestar.— Bueno, lo primero que debemos hacer es despertarlos.

—Sí ¿Pero cómo?¿Brindándoles un beso como la bella durmiente?

—Para ti eso sería grato, pero yo por el contrario odiaría hacer eso— dije irónica. Ni aunque fuera el fin del mundo lo besaría.

Ellen río un poco debido a mi opinión.— Ya, solo bromeaba, y para tu información a mi tampoco me gustaría besar a Adén.

—Supongamos que eso es verdad, y como dije "supongamos" porque eso no es verdad.

Contigo, una no puede decir algo creíble.

Yes, amiga— dijo con tranquilidad.

Ellen iba a argumentar unas palabras, pero el sonido de que un mensaje me llegó la interrumpió.

«Mira atrás»

Raro, muy raro. Era de un número desconocido, pero hice lo que dijo.

—Ya despertó este idiota— dijo con una risa leve. Dian había reaccionado, estuve mitad alegre y mitad "ganas de pegarle por hacerme preocupar".

—¿Nia?¿Qué pasó?— dijo Ellen a través del celular.

—Dian, despertó, adiós voy a cortar.

Terminé la llamada, inhalé y exhalé. Parpadeé unas diez veces y miré a Dian, estaba en el suelo con una mirada inocente.

—¡Y te atreves a hablar tan calmadamente, después de que te desmayáras en la entrada de mi casa!— grité con efusividad, estaba molesta. Por lo menos, debería despertar adolorido, preguntándose qué había sucedido, pero no...

—Tranquila, y... ¿Qué hago aquí?

Al fin hizo esa pregunta. Lo miré detenidamente, o como yo diría con "indiferencia". Cómo es posible que luego de hacer una broma aburrida recién piense en el lugar donde está. No es común.

Enemigos en conexión© [Trilogía Conexiones #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora