Sex games [Saeran Choi]

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|| Saeran x Jaehee ||

La secretaria perfecta ya no existía, se desvanecía como el humo de mis cigarrillos, no era más que un espejismo para la luz del día. Al llegar la noche, ella se convertía en una verdadera fiera, dominante a sabiendas de que la luna nunca le juzgaría.

El uniforme que tanto se preocupa por mantener impecable ahora no es más que una prenda olvidada en el suelo, arrugada luego de ser arrebatada con creciente desesperación. Sus lentes tampoco son necesarios, todo lo que su tonto jefe le obliga utilizar no es más que un accesorio ridículo para una noche desbordante de pasión. Si nadie se encarga de atender ese cuerpo como corresponde, no hay manera de que yo pueda negarme a ello.

Se sentó a horcajadas sobre mí, mordió mi cuello y mis labios. Pude sentir el sabor a cafeína, era una sustancia adictiva y que parecía incentivar la adrenalina. Aventuré mi lengua al interior de su cavidad, buscando una forma de apropiarme de hasta la última gota de sabor. Ella gimió rendida, aferrándose a mis hombros para no perder el equilibrio.

Nuestros cuerpos encajaron perfectamente, parecían haber sido creados para posibilitar esta unión. Me rasguñó, mordió, insultó y suplicó por piedad cuando arremetí contra su cuerpo, el descenso a la locura era una invitación tentadora para ambos.

Las gotas de sudor parecían danzar sobre nuestros cuerpos, marcaban un camino que sólo podía ser interrumpido por mi lengua que insistentemente buscaba la piel de la chica. Jugué con sus senos, los presioné y me tomé la libertar de aprisionar un pezón entre mis labios, dando uso a mi lengua para transmitir una sensación más grata. Ella tiró de mis cabellos como respuesta, nos apegamos y la lujuria sobrepasó sus límites, el demencial movimiento nos convirtió en verdaderos animales.

Todo terminó minutos después, nuestros cuerpos encontraron la satisfacción y la disfrutaron aún si su garganta estaba cansada de gemir y mis pulmones parecían carecer de aire. Cruzamos miradas y firmamos un pacto de silencio con un beso, casi tan apasionado como el que comenzó el acto carnal.

Nuestra unión terminó con el inicio de un secreto, un acto pecaminoso que se repitió frecuentemente. Esa es la verdadera faceta de la secretaria perfecta, algo que sólo puedo saber yo y las cuatro paredes testigos de nuestro deseo.