𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟗

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El pensadero

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𝐇𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫

── 𝕾𝖊 𝖆𝖇𝖗𝖎𝖔́ 𝖑𝖆 𝖕𝖚𝖊𝖗𝖙𝖆 𝖉𝖊𝖑 𝖉𝖊𝖘𝖕𝖆𝖈𝖍𝖔.

—Hola, Potter —dijo Moody—. Entra.

Harry entró. Ya en otra ocasión había estado en el despacho de Dumbledore: se trataba de una habitación circular, muy bonita, decorada con una hilera de retratos de anteriores directores de Hogwarts de ambos sexos, todos los cuales estaban profundamente dormidos. El pecho se les inflaba y desinflaba al respirar.

Cornelius Fudge se hallaba junto al escritorio de Dumbledore, con sus habituales sombrero hongo de color verde lima y capa a rayas.

—¡Harry! —dijo Fudge jovialmente, adelantándose un poco—. ¿Cómo estás?

—Bien —mintió Harry.

—Precisamente estábamos hablando de la noche en que apareció el señor Crouch en los terrenos —explicó Fudge—. Fuiste tú quien se lo encontró, ¿verdad?

—Sí —contestó Harry. Luego, pensando que no había razón para fingir que no había oído nada de lo dicho, añadió: Pero no vi a Madame Máxime por allí, puedo agregar que Sol tampoco la vio, y no le habría sido fácil ocultarse, ¿verdad?

Con ojos risueños, Dumbledore le sonrió a espaldas de Fudge.

—Sí, bien —dijo Fudge embarazado—. Estábamos a punto de bajar a dar un pequeño paseo, Harry. Si nos perdonas... Tal vez sería mejor que volvieras a clase.

—Yo quería hablar con usted, profesor —se apresuró a decir Harry mirando a Dumbledore, quien le dirigió una mirada rápida e inquisitiva.

—Espérame aquí, Harry —le indicó—. Nuestro examen de los terrenos no se prolongará demasiado.

Salieron en silencio y cerraron la puerta. Al cabo de un minuto más o menos dejaron de oírse, procedentes del corredor de abajo, los secos golpes de la pata de palo de Moody. Harry miró a su alrededor.

—Hola, Fawkes —saludó.

Fawkes, el fénix del profesor Dumbledore, estaba posado en su percha de oro, al lado de la puerta. Era del tamaño de un cisne, con un magnifico plumaje dorado y escarlata. Lo saludó agitando en el aire su larga cola y mirándolo con ojos entornados y tiernos.

Harry se sentó en una silla delante del escritorio de Dumbledore. Durante varios minutos se quedó allí, contemplando a los antiguos directores del colegio, que resoplaban en sus retratos, mientras pensaba en lo que acababa de oír y se pasaba distraídamente los dedos por la cicatriz: ya no le dolía.

𝑮𝒓𝒚𝒇𝒇𝒊𝒏𝒅𝒐𝒓 ¹ [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora