Capítulo 5: Llamada de atención.

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El sol se coló suavemente por las ventanas, los pájaros trinaban en las afueras del apartamento sobre el cielo con pocas nubes. Era un día espléndido para todos menos para Joseph, para él los rayos del sol eran insoportables, lo enceguecían y el suave canto de los pájaros le pareció muy escandaloso; pero lo que más le molestó de aquel hermoso día era la escena en la que él solo era un espectador.

Caesar vestía un suéter naranja suelto — Que Joseph amaba porque podía apreciar mejor su hermosa clavícula— con unos jeans azul oscuros, con su vista perdida en el libro que sostenía entre sus manos, era un escenario hermoso para él británico lo único que lo arruinó fue esa pequeña bola de pelos que descaradamente se adueñó del regazo de su bombón. Su lugar. Esa malvada bestia con un cono alrededor de su cuello se apoderó sitio favorito para tomar siestas. Para Joseph, Kars parecía un alíen.

Aquella "monstruosidad" echa gato acaparaba la total atención de su amado, en especial luego de la visita al veterinario. El Joestar pensó molesto que el regazo de Caesar era su lugar para dormir predilecto. Se levantó enojado hacia la habitación dispuesto a buscar su manga y quejarse con Smokey sobre sus problemas amorosos por mensajes de texto — Cosa que pasaba con frecuencia— con pasos pesados avanzó hacia su destino.

El rubio apartó su vista un momento de las letras en aquel libro, para ver a su novio dirigirse hacia la alcoba con un puchero tembloroso en los labios. Bajó su mirada para ver al gatito cómodo sobre sus piernas "¿Por qué se llevaban tal mal?" Se preguntó mientras el felino ronroneaba. Caesar se propuso preguntar sobre este tema en su próxima visita programada a la clínica veterinaria, con el fin de buscar una solución. El rubio sintió un picor en la garganta, tosió como auto reflejo pero no le prestó mucha importancia.

Un timbre característico que provino del mesón moderadamente alejado de su ubicación, sacó al joven de sus cavilaciones. El teléfono sonó bastante insistente, el timbre resonó por todo el departamento, Caesar se apresuró a levantarse dejando con cuidado al minino sobre el sofá junto al libro. Tomó el teléfono inalámbrico y lo puso en su oreja — ¿Diga? — preguntó un poco avergonzado por su demora.

La persona al otro lado de la línea tardó un poco en contestar. Se escuchó un carraspeo suave. — Buenas tardes, ¿podrías pasarme a Joseph? — Dijo Erina secamente pues no se sentía cómoda sosteniendo aquella breve conversación.

— Seguro, signora espere un momento — dijo con calma y apartó el teléfono — ¡Joseph! ¡Ven, tu abuela te está llamando! — exclamó al castaño quien enseguida llegó con un trote constante. Besó la mejilla del italiano y luego tomó el aparato. Caesar se alejó no sin antes dar una palmada en la espalda del castaño.


—Joseph...— saludó la mujer mayor a su nieto.


—Abuela ¿Cómo estás? — Dijo entusiasmado Jojo al escuchar la voz de la abuela.

— Bien, ¿Cómo estás tú? ¿Has comido bien? ¿No tienes problemas de ningún tipo? — Preguntó apresuradamente la señora Joestar.

— Sí, todo ha estado bien. Caesar me cuida bien — Rió alegremente; sin embargo no pudo ver como Erina frunció sus labios desde el otro lado de la línea telefónica

—Me he enterado de que... has estado faltando a la universidad últimamente. ¿Podrías darme una explicación? — Preguntó firmemente la señora Joestar.

— Sobre eso...— Joseph soltó una risa nerviosa y comenzó a frotarse la nuca con nerviosismo.

— Joseph Joestar, será mejor que me expliques rápido — Exigió impaciente, la forma de actuar de su nieto la ponía de los nervios en los últimos meses.

The day to day with  my loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora