CAPITULO 14

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Era domingo por la mañana y Arianna había ido a la iglesia. Llevaba una falda gris y una blusa negra. Tuvo una sensación como si alguien la observara. Sin poder evitarlo, gira la cabeza y ve a Mathew.
Arianna se arrodilla y quiere concentrarse en rezar, pero no puede.
"Dios mío, lo amo como antes. Por favor quítame toda tentación", piensa en ese instante.
Fue un gran suplicio estar allí, a pocos metros de él. Cuando la misa termina, una mujer se le acerca y le pregunta:
- Señora Mendoza, como sigue su esposo? Supe que ha estado muy delicado de salud.
- Está mejor, gracias.
Mathew está a unos pasos de Arianna y escucha la conversación.
De pronto una mujer dice:
- Ese que está ahí es el doctor Mathew Le Blanc, el famoso cirujano.
Después, lanza una mirada a Arianna como queriendo decirle:
"Ahora no lo hubiera plantado por el enfermo señor Mendoza".
Y Arianna, en su interior, piensa con el corazón desgarrándose:
" Si no lo hubiera hecho Matt jamás habría llegado a donde está".
Arianna iba a marcharse cuando de pronto se le acerca Mathew y le dice:
- Hola, Arianna.
- Hola.
- Llevo el mismo camino. Te acompaño - le dice firme.
Arianna observa que algunos curiosos están atentos a su conversación y no perdían detalles de su encuentro. Y ahí comprendió que lo único que Mathew quería era que comentaran sobre ellos.
- Tengo muchas cosas que hacer. Con permiso.
- Estás mucho más bella que antes.
- Quieres olvidarte de mí?
- No es muy fácil olvidarse de una mujer como tú. Sabes? Estuve a punto de ir donde tu esposo y agradecerle por haberme librado de una mujer traidora como tú.
- Eres muy cruel.
- Como tú me hiciste.
- Solo te acercaste a hablar conmigo para que la gente haga comentarios. Ya no eres el buen hombre que yo conocí.
El rostro de Mathew se volvió rojo de la ira.
- Me dices eso a mí? Tu destruiste la confianza que tenía en el amor. Por eso no me he casado.
- Lo siento.
- Decir que lo sientes no basta. Te vendiste por dinero, pero no creo que hayas sido feliz. Se que tienes una hija y que tu esposo está enfermo. Ahora estoy aquí, pero recuerda que jamás haré algo que pueda beneficiarte. Si pudiera destruirte lo haría.
- No debes odiarme así - le dice con tristeza - quizás haya sido mejor así para todos.
- Quizás un día te pida que seas mi amante. Es lo único que puedo ofrecerte.
- Me das lastima. Nada te estoy pidiendo. Solo quiero que me dejes en paz.

La Traición (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora