Capítulo 2

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Una limusina negra paró frente a la puerta, el chofer salió del asiento del conductor para sacar las maletas del maletero. Yo bajé las cuatro escaleras dando saltitos para llegar antes, abrí la puerta y respiré hondo sabiendo que aquí empezaba un nuevo servicio para un nuevo Señor exigente y arrogante fingí una sonrisa y abrí la puerta.

-Un poco tarde pero servicial- Por tercera vez escuché esa voz penetrante, con esa sonrisa picante y esos preciosos ojos, se colocó el pelo y se estiró el traje. Vestía mejor de lo que imaginaba, elegante pero juvenil.

-Lo siento Señor- dije mirando al suelo.

-No lo sientas y arréglalo. Sube las maletas y coloca toda la ropa después de plancharla y cuidado con las camisas- me regaño como una madre a un niño pequeño.

-No lo dude.

-Eso espero, si quiere conservar su paga de Navidad- dijo sonriente mientras un paparazzi salía de unos matorrales para hacerle una foto.

-Ojalá tuviese paga para que me la pudiera quitar- susurró Harry para que Louis no le escuchara.

-Repítelo- exigió Louis dándose la vuelta enfadado.

-No Señor, lo siento, yo no quería...- pero no pude acabar la frase.

-¡Harry!- grito Mark, el padre de Louis.

Harry salió corriendo después de meter las tres maletas dentro de casa.

Louis se quedó mirando a Harry entrar y salir de casa corriendo mientras se sentaba en la chaise longue tomàndose un gintonic, fever tree con pétalos de rosa. Sonrió.

Harry corrió hacia el despacho de Mark.

-Disculpe, estaba atendiendo a su hijo y me ha llevado más de lo que pensaba.

-¡No importa, la próxima vez ven cuando te necesito, para algo te pago!

-Lo siento Señor- me excusé.

-Mañana a las seis y media despierta a Louis, y a las siete tiene que estar listo para montar. Y acuéstate.

-Si Señor.

Salí corriendo a mi pequeño cuartito, quería descansar y mañana madrugaría más de lo habitual.

Entré en la cocina.

Todavía no había nadie, normal, era pronto, ¿quien estaba en la cocina a las seis de la mañana?, pues yo, Harry. Me senté en un taburete observando la sucia cocina que tendrían que limpiar las criadas, mis compañeras, esa cocina grande y con tanta luz, la luz que brillaba sobre la encimera, sobre la nevera.

Era una cocina enorme y moderna pero su dueño rara vez la veía, nunca entraba, era un Señor, un Señor como Louis, quien sorprendentemente tenía algo que encandilaba, que enamoraba, todavía no podía llamarse amor pero estaba encaminado, su forma de vestir, elegante aunque probablemente el no escogiera su ropa, su sonrisa blanca y deslumbrante, su pelo largo e imagino que suave y sedoso, sus andares y su forma de beber, esa copa que en mi vida podría permitirme y mucho menos para relajarme después de un vuelo, un simple capricho.

Hace mucho que no consumo, joder ya hablo como los Señores, los putos Señores, cuanto me gustaría ser ellos solo dos minutos.

-Harry- una voz ronca y carrasposa por la edad me saludo sorprendida.

-Hola Matty- sonreí.

-¿Qué haces aquí?- pregunto mientras comenzaba a limpiar toda la cocina.

-Desayunar, o eso pretendía; tengo que despertar al Señorito a las seis y media, peticiones del Señor Mark.

-Lo siento, ¿te preparo algo?

Serve And Be ServedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora