C A P Í T U L O | 8 |

663 35 15
                                    

—Entonces ____________, ¿Ya quedamos con lo dicho? —Escuchaba atentamente lo que mis amigo me estaba contando mientras me ayudaba a cargar mi equipaje.

—Si, no tengo nada que perder, además. No conozco este país y me sería muy fácil perderme, te aseguro que si le digo a alguien de la casa que me muestre los lugares de esta enorme ciudad, lo más seguro es que me vayan a ver con mala cara. —Baje los ojos mirando mis zapatos mientras sentía que mis ánimos estaban por los suelos, Tae pareció darse cuenta de eso.

Fue en ese momento que dejamos de avanzar y él dejó todas las cosas en el suelo y me miró con cierta preocupación.

—¡Hay ___________! Por favor no pongas esa cara que me hace sentir culpable. —Acerco su mano a mi mejilla para acariciarla.

Levantando mi mirada lo veía con cierto desconcierto.

—¿Culpable? ¿Tú? Pero si tú no me has hecho absolutamente nada, es más. Estoy muy agradecida que tú seas el único amigo con el que puedo yo contar. —Levante mi mano para tener más cercanía al tacto de Tae que aún seguía en mí.

—Si __________, pero me hace sentir culpable al no poder estar siempre contigo, para protegerte, y eso es lo que me hace sentir ciertamente responsable a tus estados de ánimo.

—Lo se Tae, pero no por mí vas a descuidar tus responsabilidades en la oficina de tu empresa solo por qué un tipo venga a mi y me ofenda con sus comentarios hirientes acerca de mi físico. —Aclaré mientras un nudo empezaba a crearse en mi garganta. No quería que Tae se sintiera responsable por mi estado emocional, no quiero ser una amiga al que le pueda dar lastima solo por qué es muy sentimental.

—Escúchame bien ____________, nada, pero absolutamente ¡Nada! Hará que algo sea más importante que tú, y aún que tenga novia, esposa, amante, amiga íntima, familia, la empresa o el trabajo dejara que yo me preocupe infinitamente por ti. —Al terminar de escuchar de decir eso por parte de Tae, una parte de mi corazón sintió un gran alivio que salía deliberadamente de mi pecho.

—Pero qué tal si tú...

—No ___________, sea lo que sea que vayas a decir no es una excusa válida a lo que tenga que decirte, tal vez no pueda estar siempre contigo físicamente en todo momento, pero... Si puedo estar contigo en alma. —Sentí unas pequeñas lágrimas que empezaban a caer alrededor de mi mejilla. Una sonrisa se dibujo en mi rostro, estaba eternamente agradecida y feliz al tener un amigo que no siente vergüenza ni pena alguna al tener que ser amigo de una "GORDA".

¡Dios! Que cosa habré hecho para que la vida me diera la oportunidad de poder haber conocido a un ángel guardián.

Tae me limpiaba las lágrimas que derramaba como cocodrilo dando pequeñas caricias con sus manos.

Lo abrace tan fuerte queriendo nunca despegarme de él, Tae correspondió sin dudar mi abrazo mientras me besaba en mi cabeza.

—Muchas gracias Tae, gracias en verdad. —Espete acurrucándome en su pecho.

—No agradezcas pequeña, lo hago no por obligación o por un favor, si lo hago es por que te quiero y no quiero que nada malo te suceda. —Carraspeo aún sin romper el abrazo.

Estuvimos así un buen rato hasta que escuchamos una tos fingida por parte de una señora mayor que pasaba casualmente por ahí. Ambos reaccionamos y tuvimos por obligación que romper ese maravilloso abrazo lleno de paz.

—____________ ven, yo te llevo a la casa. —Volvió a recoger las maletas y empezó a dar su marcha.

Yo iba detrás de él.

Nadie Quiere A Una GORDA Como TÚ [Jimin y Tú] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora