Nadie le cree,
nadie nota su llanto,
nadie le preguntra por su día ni si aún quiere seguir,
nadie la ayuda a sonreir,
nadie piensa en lo sola que se puede sentir,
nadie la mira a los ojos,
nadie la abraza en las noches ni le dice lo mucho que la quiere,
nadie nota las marcas en sus muñecas,
nadie ve que aún sufre por su pasado,
nadie nota que está rota,
nadie nota que está perdida,
nadie escucha su pedido de auxilio,
nadie quiere ver las lágrimas en su almohada,
nadie revisa si durme bien,
nadie sabe si su ansiedad creció o si sus ataques de pánico volvieron,
nadie nunca sintió nada por ella o se preocupo por ella.
Y eso,
tristemente,
ella sí lo notó.