Nueve 9

-Uno 1-

Advertencia: Toque de humor de parte de la autora, uso de OC y más locuras...

Una Cantina, Nueva España...

Se sentó en la cama al sentir los rayos del sol entrar por la ventana, se estiró con un poco de pereza.

-¡Mamá! Buenos días –le saludó el pelinegro colándose entre las sábanas

-Buenos días mi amor –respondió Calvera besándole la frente y observó que en sus manos ocultaba algo -¿Qué tienes ahí? –

-¡Ah! Me la regaló el señor de la frutería –contestó con una sonrisa mostrándole una pequeña mandarina

-¿Le agradeciste? –comentó la madre acariciando el rostro de su pequeño hijo

-Si –informó el pequeño y le entregó el fruto a su progenitora -¿me la pelas? –

Calvera sonrió al tomar la mandarina en sus manos y comenzar a quitarle la piel al cítrico, repentinamente el dulzón aroma inundó el ambiente provocando que se le hiciera agua la boca, cosa que no pasó desapercibida para el pequeño Ixca. Sin pensar la ojiverde ingirió el primer gajo del cítrico.

-Yo también quiero –hizo puchero el pequeño pelinegro abrazando a su madre con fuerza

-Disculpa cariño, no pude resistirme, aquí tienes –se disculpó dándole en la boca otro gajo de la deliciosa mandarina

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En un valle, Europa...

La rubia se quedó pensando al sentir la brisa en su larga cabellera, volvió a contar con los dedos y llevó su mano hasta su barbilla. Tenía que ser en esos días, pero...

-Nada –susurró extrañada

No era que le molestara, al contrario ahora podía hacer más cosas y disfrutar de la actividad física.

-¿Quién sabe? –se encogió de hombros esbozando una sonrisa

Se lanzó a correr por el valle, en tanto Fallinis observó curiosa a su protegida, parecía estar bien e incluso que la vida había vuelto a ella.

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Venecia, Italia...

Gioca caminó detrás de sus amigos por las callejuelas empedradas de la ciudad, hacía un poco de frío, por alguna extraña razón sentía una serie de insólitos dolores en su cuerpo y eso que en las últimas semanas habría procurado no meterse en problemas. La chica suspiró antes de abanicarse un poco, trató de ajustarse la camisa, la cual se sentía tremendamente apretada.

-Creo que no debería de vendarme tan fuerte –susurró Gioca incómoda porque esa era la parte del cuerpo que más le molestaba

-Vamos Gioca –le gritaron los demás

Negó con la cabeza ya pasaría se dijo a sí misma y continuó con su camino.

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Cerca de París, Francia...

Suspiró al salir de la tina y envolverse en la toalla, se acercó al enorme espejo que tenía en su habitación, se sonrojó ante el recuerdo de la situación que había contemplado aquella vez completamente desnuda en el.