-Diez 10, empieza otra vez-

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Nueva España...

Trató de acostumbrarse a la luz, se acercó a Calvera quien portaba una vez más aquella armadura de plumas blancas, incluso su cabello lo era.

-¿Qué sucede? –le interrogó intrigado

-Caballero de Atenea –dijo una voz desde un trono de piedra –por mi gracia ha vuelto tu alma de entre los muertos –

-¿Quién eres tú? –interrogó el peliazul al ver a una mujer de piel canela y cabellera negra

-Me llamarás Tonatzin, soy la madre de los Dioses, deidad de la vida y la muerte, por el deseo de mi hija Calvera te he traído de vuelta, a partir de este momento tu vida estará ligada a la de ella y será tu esposa de ahora en adelante –

-¿Qué? Yo... –trató de protestar el muchacho

-No digas nada Kardia y acepta esta bendición –le rogó Calvera tomando su mano

-No puedo, quiero saber ¿qué es lo que pasa aquí? –interrogó con cierta angustia el escorpión

-Sucede que, Caballero de Atenea, mi hija Calvera quien es la encarnación de Quetzalcóatl, ha podido gracias a ti encarnar el alma de otro de mis hijos, ven mi pequeño pilli –llamó al niño pelinegro a su lado

-¿Ixca? ¿De qué habla? –inquirió Kardia sin comprender

-Ixca es la encarnación de uno de mis hijos, del "Colibrí Zurdo", pero no solo eso, de su unión ha nacido una hermosa princesa –dijo señalando una pequeña cuna

Kardia se acercó a contemplar el cunero, solo para encontrar a una bebita, su cabellera era negra y sus ojos verdes, la viva imagen de Calvera, tragó un poco de saliva al contemplarle, porque era la primera vez que veía un bebé tan cerca, acercó su mano hasta su rostro y la pequeña atrapó su dedo en su boca.

-¡Oye! Eres demasiado pequeña para hacer eso coqueta –le sonrió antes de cargarla con sumo cuidado –y frágil preciosa... –suspiró

-Candela, así es como le he llamado –dijo Calvera abrazándole por la espalda

-Sabes que no era necesario ¿verdad? –comentó el ex Santo contemplando su nueva obra

-Y tú sabes que quiero tenerte a mi lado –

-¡Papá! –celebró Ixca abrazándolo también

Kardia cerró los ojos un momento y sintió la calidez de sus cuerpos, el suave palpitar de su corazón y esbozó una sonrisa ladina, no era la primera vez que vivía gracias a los Dioses, suspiró sintiéndose afortunado.

-Entonces Calvera espero que estés lista para cumplir todos mis caprichos –dijo mirándole a los ojos

La fémina rió antes de besarle, poco a poco su cabello fue recobrando su color negro, negó con la cabeza y luego dijo.

-Sí señor, pero debe de recordar que como es usted el hombre de la casa, tiene la obligación de mantenerla –le dedicó una sonrisa –así que espero que esté listo para trabajar de sol a sol –

-¡¿Qué?! –

Calvera solo rió ante la expresión del escorpión y negó, mientras que Candela se aferraba a su padre.

-Si no me queda mayor remedio –se encogió de hombros el ex Santo de Atenea

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Una torre, Europa...

Estaba recostado boca abajo con su cabeza apoyada sobre sus brazos, sus ojos azules miraban con interés a la pequeña criatura que tenía su rubia compañera en sus brazos y se alimentaba fervientemente.

Nueve 9Donde viven las historias. Descúbrelo ahora