• |Bonus I| •

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Los nervios carcomían la mente de SeokJin al igual que la vergüenza asaltaba su cuerpo mientras Jisoo y Seulgi esparcían con una suavidad arrolladora aceites esenciales por todo su cuerpo

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Los nervios carcomían la mente de SeokJin al igual que la vergüenza asaltaba su cuerpo mientras Jisoo y Seulgi esparcían con una suavidad arrolladora aceites esenciales por todo su cuerpo. No era la primera vez en la cual las dos mujeres le ayudaban a colocarse aceites para la piel o que incluso le ayudaban a tomar el baño, sin embargo en esta ocasión era por un propósito totalmente distinto.

—La esencia de este aceite realmente es muy delicada al olfato y queda perfecta para su suave piel, príncipe —Seulgi halago con una sonrisa terminado de embadurnar los hombros del pelinegro—. Sin duda alguna, es muy bueno para esta gran ocasión.

—Es digno de su valor, querida —dice Hwasa cerrando el frasquito para dejarlo sobre una mesa y tomar el traje que el menor se colocaría.

—¿Tratan de que me sienta menos azogado? —El pelinegro interviene en el parloteo de las mujeres poniéndose de pie para tomar el traje—. Y tienes toda la razón, Hwasa. No sé como a JiMin se le ocurrió comprarlo con el bajo presupuesto al que nos atenemos.

—¿Bajo presupuesto? —Seulgi ríe un poco, ayudándole a ponerse la parte inferior del Hanbok especial que habían mandado a coser para SeokJin hace tres semana— No es por contradecir sus palabras príncipe, sin embargo es muy loable de su parte no querer pedirle dinero a nuestro emperador.

—No tengo porque hacerlo —asegura con una pequeña sonrisa—. Nunca he sido tan exigente y ambicioso...

—De todas formas, su alteza es muy atento y sabe de sus necesidades. —Hwasa agrega durante que tomaba el hermoso durumagi de color granate que actuaba como parte superior del traje y llegaba casi a las pantorrillas del menor, cubriendo de esa forma casi todo su cuerpo.

SeokJin termina de cambiarse con su corazón latiendo entusiasmado junto al inocente miedo que albergaba en él por lo desconocido. Ya era el día que estuvo esperando desde hace dos meses atrás cuando el emperador le declaró su amor y muy pronto estaría en los brazos de su amado rey entregándose por completo a él en cuerpo y alma, porque sí, todo lo que se encontraba haciendo en esos momento era justo porque NamJoon lo tomaría oficialmente como su concubino predilecto y, tal vez, muy pronto como su conyugue.

No obstante, Jin estaba nervioso y a la vez asustado por lo que podría presentarse al ser esta su primera vez. Aún era casi tan casto como en su primer año y la inexperiencia le abrumaba, por lo cual no era de ocultar que le asustaba todo el embrollo que se cernía en sus hombros, pase a que había escuchado ya varios relatos acerca del acto de amor.

Por palabras antes dichas por algunos conocidos ya casados estaba consiente que la primera vez podía resultar un poco incómoda e incluso dolorosa, sin embargo esto podía cambiar y convertirse en un acto arrolladoramente íntimo y placentero. Por palabras dichas por su dama de compañía Hwasa quien era la viuda de uno de los guerreros de su pueblo podía recordar algo muy comprometedor que en ese momento le estaba dando vueltas en la mente:

Little Prince |NamJin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora