Cesó el ruido, la bala paró, y Alan dió en el blanco, le había dado al podrido, Raúl estaba aturdido y en shock, estaba temblando, pues el tremendo ruido del disparo casi le revienta el tímpano. Lamentablemente la horda que hace un rato habían librado había escuchado el disparo, y poco a poco fueron retrocediendo hasta donde estaban Alan y Raúl. Alan comenzó a alejarse de la horda un poco desorientado (igual por el ruido del disparo) caminando hacia el lado contrario por donde venía la horda.
En ese momento vió que Raúl seguía en shock, pues no se movía. Alan comenzó a dispararles a los podridos, mientras más se acercaban, gritaba más fuerte para que Raúl reaccionara.
Comenzó a patearlo desesperadamente en la columna. Cuando Alan se alejó un poco a los no muertos, se arrodilló enfrente de Raúl y comenzó a gritarle y a sacudirlo, Raúl lo miró a los ojos lentamente y dijo:
-¿Qué?-
-¡Que te muevas!- se levantaron los dos, y Raúl fue reaccionando, comenzaron a correr; hacía un calor infernal, los podridos se fueron quedando atrás, y ambos se tranquilizaron un poco.
Casi llegaban al parque que habían visto hace un rato y en eso Raúl volteó y vio una tienda de abarrotes. Le dijo a Alán y ambos fueron con esperanzas de encontrar comida. Llegaron y Raúl comenzó a guardar lo que vio necesario, mientras que Alan cuidaba la retaguardia.
Entonces Raúl acabó. Puso todo en su mochila, estaba más pesada que antes (pues Raúl llevaba la comida y medicamentos, mientras que Alan llevaba las municiones y los utensilios) ahora llevaban comida de verdad, como sopa y verduras.
Salieron de la tienda, la horda estaba más lejos como para correr, aún así apresuraron el paso, por si las dudas.
Llegaron al parque cerca de las 4 de la tarde.
Encontraron una casa en ruinas, en la cuál se establecieron, y se recostaron a descansar.
Llegó el crepúsculo, el cielo se bañaba en un color naranja y violeta, era hermoso. Mientras Raúl hacía el conteo de recursos, Alan encendía una fogata con una de sus técnicas. Después de que Raúl terminara, fue a asegurar el perímetro, y Alan comenzó a hervir agua sucia, al menos era como un litro de agua. Raúl regresó y comenzó a cocinar un mapache que encontró en la montaña, Raúl sabía que era lo he había, así que se guardó sus comentarios para luego, las patas y medio torso le tocó a Raúl y los brazos y medio torso a Alan, terminaron de comer y Raúl dijo…
- Wey, sabe de la mierda.
- Lo sé, a mi tampoco me gustó.
- ¿Hasta cuando estaremos así?
- ¿De qué hablas?
- Tenemos como ocho galletas María y refresco, al menos esos están ricos.
- ¿Quieres morir de desnutrición?
- ¡No!
- Parece que eso es lo que quieres, esas cosas tienen un químico que engaña a tu cerebro, y hace que quieras más y más- lo decía mientras comía la médula ósea.
- Bueno, ¿Entonces por qué no comimos los enlatados?
- Los comeremos cuando sea necesario, cuando la carne se acabe.
- ¿Y las galletas y el refresco?
- En una emergencia.
- Sabes que...
- ¿Qué?
- ¡Olvídalo, buenas noches!-se acostó para irse a dormir.
- Buenas noches Raúl- le dijo con un suspiro.
Y él le levantó el dedo medio.
Alan se quedó mas tiempo despierto, pues estaba pensando en cuál será su siguiente paradero, se les acababan las opciones, y por un momento pensó en Sebastián.
La noche pasó.
Amanecía y él cielo estaba de un azul muy tenue, Alán se despertó antes, al menos como a las 8:00 de la mañana. Fue a orinar y después regresó, Raúl comenzó a levantarse a las 8:15 y Alan dispersó las cenizas de la fogata de la noche anterior. Raúl no habló, pues sabía que se había puesto histérico, ya sabía que Alan hacia lo que podía. Pasó una hora y habían tomado sus mochilas, entonces Raúl le dijo:
- Oye.
- ¿Qué pasó Raúl?
- Perdóname we.
- Claro que te perdono, se que eres así, y sabia que te ibas a disculpar, así que… no te preocupes.
- Va, carnal- se acercaron y se abrazaron.
Eran cerca de las 9 de la mañana, Alan y Raúl tomaron camino, para investigar el campo, era prácticamente tierra, debido a que estaba descuidado, en el campo no encontraron nada, pero a un lado había un pequeño jardín, en el que encontraron una bolsa negra húmeda al lado de un esqueleto. La bolsa era grande, y dentro tenia una bolsa hermética (estilo “Ziploc”) había dos radios dentro de la bolsa, y tenía una nota pegada que decía…
“Hagan lo que yo no pude, encuentren a alguien”
Alan pensó instantemente en como pudo haber muerto el hombre. Eran dos radios negras y simples, un poco viejas, pero eran muy buenas, aunque solo una servía, ya que la otra tenía rota la antena y no tenía botones, pero la otra estaba bien, solo le faltaban baterías; cuatro baterías triple A.
Buscaron baterías en sus mochilas y aunque no encontraron la felicidad se les veía en el rostro, pues después de bastante tiempo solos, apareció un pequeño rayo de esperanza.
Siguieron explorando y llegaron al otro lado del callejón, donde estaba un pastizal amarillo, seco y muy largo, un pequeño trozo muy árido. Raúl se separó y se sentó en la tierra para tomar un poco de agua mientras Alan revisaba como funcionaba la radio, Raúl volteó de casualidad para ver el entorno (mientras tomaba pequeños sorbos de agua) y vio en un neumático roto y viejo, tres cajas de munición, casi escupía el agua de lo sorpresivo que fue, inmediatamente le gritó a Alan para que viese.
- ¡Alan!- le grito Raúl.
- ¡¿Qué pasó?!- le respondió gritando Alan.
- ¡Ve eso, es munición! - le indicó Raúl aún gritando.
- Pendejo, me espantaste -decía Alan mientras reía.
- Este día va muy bien- dijo Raúl sonriendo.
- Si, no mames- le respondió Alan acercándose.
- ¿Cómo llegaron aquí?- se cuestionó Raúl.
- Em…-dijo Alan pensando.
- No creo que alguien las haya tirado, ¿Quién lo haría?- preguntó Raúl muy intrigado.
- Tal vez se cayeron de los camiones militares- respondió Alan suponiendo -Yo escuché, que por un tiempo patrullaron esta zona.
- A lo mejor- respondió Raúl levantándose.
- Las guardaré en mi mochila- agregó Alan y las guardó.
Ambos estaban muy contentos, pues todo iba de maravilla, las posibilidades de sobrevivir subieron drásticamente cuando tomaron las tres cajas de munición.
Siguieron por todo el callejón, donde había autos quemados con gente muerta dentro hasta llegar a la calle principal.
Atravesaron la calle y llegaron una parada de autobús que estaba en el callejón del otro lado, la estación estaba destruida por lo vieja que era, pero había algo que no cuadraba, estaba vacío el callejón, ni siquiera un no muerto. Alan comenzó a sospechar, mientras que Raúl se sentó en un sillón descarapelado de a cuadros, comiendo una goma de mascar y Alan comenzó a caminar lentamente hacia el fondo, mientras más se acercaban, vió un portón negro grafiteado con un mensaje borroso que decía…
“Abrir = Morir”
La puerta tenía un cinturón encima de la chapa, tenia 5 granadas, gas pimienta, 5 cartuchos de una pistola 9mm, un bolígrafo, un cuaderno de notas, y una barra de cereal un poco vieja, se veía que el cinturón no llevaba mucho tiempo ahí, pues estaba bien cuidado, al menos 3 meses colgado, pero en un árbol estaba una cuerda ensangrentada, y debajo de ella un cuerpo muy flaco y decapitado, era un policía de respaldo (los policías de respaldo, surgieron al inicio de la guerra) que tenia un gafete, el cual decía:
“Sebastián M.”
Esas eran las iniciales de su amigo.
Alan se cayó llorando por ver así a su mejor amigo, tenía la vaga esperanza de encontrarlo en algún punto de su viaje.
Entonces Raúl lo vio desde el sillón e inmediatamente fue corriendo hasta él y le preguntó…
- ¿Qué pasa?
Con un llanto pesado, Alan dijo tartamudeando -Es él-
- ¿Quién?- volvió a preguntar Raúl.
- Sebastián.
- Oh...ya entiendo- dijo Raúl ayudando a su amigo.
- ¿Te, importaría, no hablar de esto?- dijo Alan tratando de calmar sus llantos.
- No hablaremos más de esto- dijo Raúl ayudando a levantar a su compañero.
- Vámonos- agregó y se fueron.
Alan se limpió las lágrimas.
Dieron la media vuelta para regresar a la calle principal.
Alan dejó de caminar repentinamente para regresar y tomar el cinturón y se lo colgó llevándoselo.
Lo que no sabía... es que era un “seguro” para que el portón no se abriera.
Mientras tanto.
Con Sebastián, Dante y el novato Tadeo a la salida del centro comercial, cuando Tadeo levantó todas sus cosas, comenzaron a correr y a sudar, pues hacia un calor infernal de al menos 40° centígrados.
- ¿Cómo dijiste que te llamas tú?- Preguntó Tadeo a Sebastián.
- No te lo dije- le recordó Sebastián.
- Entonces…
- Sebastián, mucho gusto- respondió sin dejarlo terminar.
- Tadeo- respondió también.
- Lo sé- respondió Sebastián
- ¿Y tú, cuál es tu nombre?- le preguntó Tadeo a Dante.
- Me llamo Dante de la Cruz- respondió Dante.
- Mucho gusto- le dijo Tadeo amigablemente.
- Si, claro- respondió Dante.
Siguieron corriendo hasta llegar a los departamentos quemados, frente al condominio. Llegaron y cerraron la puerta, respiraron y tomaron agua, pues si no lo hacían, se deshidratarían.
Sebastián y Dante tomaron dos largos tragos de agua hasta que la botella quedó medio vacía, Tadeo tenia su propia agua, Sebastián le dijo algo más:
- Antes de entrar, quiero que te quede claro algo, si venías con un grupo y te están buscando, me aseguraré que mi cara sea la última que veas, ¿te quedó claro?
- Si, si, si, lo entiendo- dijo Tadeo tartamudeando mucho.
- No dudes que no lo haré- le aclaró Sebastián.
Caminaron hasta el condominio, y enseguida a la casa dónde estaban establecidos, llegaron y se sentaron en uno de los sillones (ya que era el único en buen estado) entonces Tadeo dejó en el piso su enorme mochila y se quitó él suéter de encima.
Era un chico delgado y pálido, a Dante le causó gracia su complexión con respecto al tamaño de su mochila.
Tadeo solo lo miró a él y luego se miró a si mismo.
Sebastián le pregunto de donde venía, resulta ser que Tadeo venía desde la capital del estado, Toluca, y él estuvo ahí cuando inició todo.
A los pocos meses de haber empezado la guerra, lo mandaron a él con un grupo de personas a un refugio en el bosque, lejos de la ciudad, para ser más exactos, en Villa del Carbón, y en el primer año, el refugio lo atacó una fuerza rebelde, y después los podridos arrasaron con lo que quedó.
De 190 refugiados parece ser, que sólo él sobrevivió, ya que se escondió en una cabaña en el bosque, debajo de la represa.
Salió y tomó una mochila con lo básico, y desde ahí durante todo un año estuvo vagando por todo el estado, y estuvo unas semanas en un vagón de tren en las vías, pero una horda lo encontró y luego llegó a Izcalli, a un lago para ser exacto, el cual era un pueblo fantasma donde había un centro comercial lleno, en ese lugar se abasteció lo suficiente, más bien, se llenó la mochila de medicamentos, comida, agua, utensilios y una pistola pequeña.
Esta la consiguió en la estación de policía de ese lugar, pero terminó por irse de ese lugar, ya que el lago de ahí estaba lleno de cuerpos ahogados, muy probablemente todos los del pueblo se habían suicidado en el lago, y estuvo caminando por la carretera hasta llegar con Sebastián y Dante.
Dante se quedó dormido mientras le contaban la historia, debido al cansancio y su falta de interés por desconfianza, pero Sebastián quedó embrutecido.
Cuando Dante despertó, comieron sopa y frijoles con jugo que les dio Tadeo, una comida diferente pero buena a las demás. Más tarde salieron a ver algunas casas a las que querían entrar Sebastián y Dante, pero no lo habían hecho porque no querían romper las chapas de las puertas de una patada, así que Tadeo tomó un punzón y un alambre y abrió la puerta de la primera casa.
Entraron Dante y Tadeo, Dante abajo y Tadeo arriba, y en un cuarto había una espada en un estante, una katana. Tadeo la tomó, estaba un poco polvorienta, la abrió y estaba reluciente, no dudó en llevársela, le pidió permiso a Sebastián y a Dante para quedársela, a lo cuál accedieron ambos sin problema.
Llegaron a la casa del fondo del condominio y Tadeo también la abrió.
Vieron en una repisa, una máquina que resultó ser una radio, pero no cualquier radio, sino, una grande, pero estaba descompuesta.
Dante se desconcertó, pues era la perfecta oportunidad de hacer contacto.
-Podría repararla- dijo Tadeo.
Lo que hizo que Dante se emocionara bastante.
adeo sacó sus herramientas y comenzó a repararla.
Cuando terminó eran cerca de las 2:00 de la tarde. La encendió y parecía funcionar, pero había solamente estática.
-Puta madre- dijo Dante.
-Una antena- dijo en voz baja pero después aumentó el volumen- Necesitamos una antena.
Sebastián tomó un alambre con una bola en la punta, y se subió al tejado atorándola entre las tejas
Bajó, y regresó con Tadeo, y el dijo:
- Sigue habiendo estática, pero esperemos que encontremos algo
- Si espero- dijo Sebastián.
Mientras tanto.
Al otro lado de los condominios, Alan estaba con Raúl, en una ferretería donde encontraron tres baterías triple A, Alan sabía que necesitaban una más baterías, aunque Alan se sabía un truco, podía rellenar el otro espacio con papel aluminio, y al parecer funcionó, aunque tenía una raya de batería de cuatro que eran, así que la apagó.
Raúl consiguió una botella de licor en una vinatería, y lo guardó para la noche.
Eran las 6 de la tarde y el cielo se tiñó de ese rojo con violeta, llegaron a la casa en ruinas, dejaron sus mochilas y otra vez Raúl dio la vuelta al campo, mientras Alan encendía la fogata.
Había anochecido ya, y estaban calentando una sopa, a lo que Raúl dijo:
- Oye, ¿Qué no se supone que comamos una marmota o una ardilla?
- No, hoy no, nos la ganamos- dijo agregando un poco de sal.
- ¡Gracias a Dios!- dijo Raúl sin poder creérselo todavía.
- Ten tu sopa- Alan se la dió en un envase de PET recortado.
- Gracias- dijo comenzando a comer.
- Y esta es mía- Alan se sirvió.
- Provecho- le dijo Raúl a Alan.
- Igual- respondió.
- Oye, esta, es, la mejor sopa que he comido- dijo Raúl.
- Si, tienes razón- dijo Alan saboreando.
Terminaron su sopa, y Raúl le dijo a Alan que cerrará los ojos, cosa que hizo, y sacó la botella de licor. Alan se sorprendió, pues hace mucho que no veía una botella de alcohol.
Era un Brooklyn del 99, no sabían si era bueno o no pero aún así, ellos tomaron y tomaron hasta embriagarse, pues estaban celebrando.
Había sido uno de los mejores días que habían tenido, ambos concluyeron en que era de lo peor que habían tomado, pero la intención era la que contaba, ¿No?
Alan intentó madrugar y se despertó a las 4:15 de la mañana, y se puso a orinar. Raúl lo escuchó y también se paró a orinar al lado de Alan, pero los separaba un árbol, terminaron y Raúl preguntó aún un poco adormilado…
- ¿Qué… hacemos a esta… hora despiertos?
- Voy a hacer una bengala- bostezó Alan.
- ¿Qué es en serio?- dijo Raúl con signos de estar crudo
- Ajá- respondió Alan.
- Va, te ayudo- dijo Raúl.
- Tráeme una botella de plástico de un litro y gravilla, pero sin tierra- le indicó Alan.
- Si- respondió Raúl y fue por ella.
- Yo comenzaré a desarmar unas balas- dijo Alan y se dispuso a hacerlo.
Comenzaron la tarea, y Raúl le llevó la botella con grava. Alan había desarmado al menos 10 balas, entonces puso un poco de pólvora debajo en un tubo de cartón, encima puso un papel extendido a todos lados de la botella con mas pólvora, la grava y hueso molido, por el calcio, ya que le da un color amarillo y naranja.
Terminaron cerca de las 6 de la mañana, entonces se hicieron para atrás, Raúl encendió la mecha de papel y Alan le preguntó:
- ¿Le quitaste la tierra, y las basuras, ¿verdad?
- ¿Las que? - preguntó Raúl adormilado.
- ¡Te dije, específicamente que le quitaras eso! - le gritó Alan a Raúl.
- ¡Estaba dormido todavía!- respondió gritando.
- ¡Era muy importante que lo hicieras!- le reclamó Alan.
- ¿Qué es lo peor que podría pasar?- dijo Raúl sonriendo por el alcohol.
- ¡Eres un pende… -Y explotó.
Por la explosión, ambos resbalaron y cayeron, desafortunadamente se golpearon la cabeza con un tronco.
A las horas despertó Alan, tenía un gran dolor de cabeza por causa del golpe y del ruido, estaba confundido, pero sabía lo que había pasado, y volteó a ver atrás, se acercaba una gran horda lentamente por la avenida, y los del portón estaban tratando de salir.
Inmediatamente despertó a Raúl y él despertó muy confundido, se dió cuenta qué tenia la pierna herida y la cabeza también, una piedra grande le había penetrado el muslo, y una más rozó su cabeza. Lo ayudó a levantarse y rápidamente tomaron todas sus cosas. Se fueron corriendo como pudieron. Hacia un calor infernal, al menos hacían 40° centígrados.
Llegaron al jardín de niños y Alan sacó la radio y rápidamente la encendió para buscar señales; eran cerca de las 4 de la tarde, pasaron mucho tiempo inconscientes.
Volviendo con Sebastián, estaban aburridos de que no aparecía nada en la radio, Sebastián la iba a apagar, cuando estaba a punto de presionar el botón, escuchó a lo lejos…
“Ayuda”
Tadeo se levantó rápidamente del sofá y se dirigió al micrófono, Dante dejó su historieta y fue con ambos, Tadeo preguntó…
- Hola, hola ¿Hay alguien?
- Si… la señal es débil- dijo la débil voz de Alan.
- Podemos intentar con pulsos- sugirió Tadeo.
- Si, pero ¿Cómo lo hago? - dijo la voz.
- ¿No sabes clave morse? - preguntó Tadeo.
- Si sé, pero ¿Cómo doy los pulsos?
- En tu radio hay un botón pequeño en la orilla- le indicó Tadeo.
- Ya lo ví- mencionó la voz.
- Te enviaré un mensaje- le indicó Tadeo a la voz misteriosa.
- Si…
- --· -·-·---·--····-···(me copias)
- ····-(sí)
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UN MUNDO PERDIDO
RandomEn un tiempo, dónde la sociedad como la conocemos, cambia para siempre, nos encontramos a un grupo de jóvenes mexicanos tratando de lidiar con sus historias, traumas y retos de la nueva era.