~El escritor que llevo dentro~

La Serenata🎶🎤

Capítulo dedicado a Osito_Asesino
Te amo, hermosa❤️✨

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Honey guiaba al moreno por las calles de la parte más oculta de San Fransokyo. Es cierto que para las serenatas, normalmente, se debe llevar a todo el mariachi, pero ésto era una Serenata para el genio greñudo. No debía ser convencional.

Claro que, además, ¿dónde conseguir un Mariachi a esas horas y en ese lugar?

Es por eso que Honey llevaba la guitarra acústica-eléctrica de Miguel en la parte trasera de su auto, junto con el amplificador y el pequeño micrófono que le dio al mexicano para que se pusiera en su oído.

No corrían ningún riego. La rubia sabía que en el edificio no vivía nadie más que Hiro. Algo extraño y un poco espeluznante, pero entendible.

-Güera, ¿estás segura de que el chino vive aquí? - cuestionó el moreno, quien veía todo el camino por la ventana del copiloto.

-Sí, Miguel. - le respondió ella, con la vista fija al frente.

-Pero está todo solo. - argumentó mientras se rascaba la mejilla.

-Conoces a Hiro, no le gusta mucho el ruido y menos las personas. Prefiere su espacio. - le explicó mientras estacionaba el auto. - Ahora, escuchame. - se volteo a verlo. - Estamos a dos casas del edificio donde está su departamento. De cinco pisos, Hiro está en el tercero. Vamos a ir al pequeño patio de la recidencia y conectamos todo para la serenata, ¿de acuerdo?

-Claro que sí, mi güera. - Miguel estaba tan emocionado que no podía disimularlo ni tantito.

Ambos latinos bajaron del auto de la de lentes, junto con el instrumento y el amplificador. Caminaron al patio y, una vez conectado todo, Miguel le dio la señal a Honey para que encendiera el aparato.

Fue así que la música empezó a sonar.

(Desde aquí escucha la canción)

Hiro no sabía qué pasaba. Estaba seguro de que nadie se había mudado cerca de él últimamente. ¿De dónde provenía esa música?

Ya llegó tu enamorado
al que nunca correspondes
ya llegó hasta la ventana
desde donde tú lo escuchas
pero donde tú te escondes.

Cuando escuchó la melodiosa voz que cantaba dichas palabras, quizo morir.

Ya no sé ni que decirte
ya ni tengo que cantarte
yo quisiera maldecirte
pero ya estoy convencido
que nací para adorarte.

El Hamada sabía qué era lo que pasaba. Pero era tan grande su sorpresa, que no alcanzaba a comprender todo.

Ay ay ay ay ay - ay ay ay
la suerte me está fallando
ay ay ay ay ay corazón
la vida me estás cambiando.

Miguel estaba abajo. Cantándole. Miguel Rivera le había llevado Serenata.

Ya llegó tu enamorado
el que te interrumpe el sueño
ese pobre desgraciado
que anda siempre desvelado
porque quiere ser tu dueño.