No te rindas.

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Empiezo a cansarme...sabes?; de respirar.

De levantarme.

Maldita agonía que amarga mis tenues días.

Cruel pesadumbre, perverso sosiego y sofoco.

No hay más fe. Yace perdida.

Exaspero y me duele el pecho. Sólo quisiera dormir una eternidad, y tal vez me sea concedido el regalo divino: No abrir los ojos nunca más.

Madre, lo lamento, no volví a tomar mi medicina. Sigo sintiéndome mal.

Ahora sólo sé respirar, y se quiebra mi alma en vano intento.

No tienes idea de cuánto me temo, y cuánto me canso.

Te espero aquí; inerte.

Descanso añorado.

Descanso añorado

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Poesía sustancialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora