"~Un helado de limón,
De frutilla y sambayón,
Chocolate y ananá~"
. —... Mandarina sin carozo, dulce de leche cremoso, duraznos al natural... —. Cantaba bajito, acompañando la tonada infantil que casualmente había empezado a sonar en esa pequeña heladería. Ya era como la treceava vez que la repetían y se la había aprendido de memoria a la quinta vez.
Era su cumpleaños, pero no lo sentía como tal. Era el primer cumpleaños que tenía después de todo el lio del Instituto Alíen, y no podía estar más incomodo. Y es que no estaba en esa heladería solo, sino que lo acompañaba el que antes era el superior de superiores, el más poderoso delantero y mejor jugador de todos los alienígenas. Gran, aunque ahora volvió a llamarse Kiyama Hiroto.
Él no era tonto, sabía que estaban usando al pelirrojo para que lo distrajese en lo que montaban una pequeña fiesta. No sabía si hicieron lo mismo para Kiyama, porque recién hace tres días fue que salió del hospital y no lo pusieron al corriente de todas las cosas para no sobrecargarlo.
No entendía porque no se lo pidieron a alguno de sus antiguos compañeros de equipo, ¿Por qué Kiyama? Siquiera se llevaban o habían sostenidos conversaciones más allá de los típicos saludos. Y no tenía muchos recuerdos del Instituto, porque la mayoría se los habían borrado.
En medio de su tonada, el pelirrojo había traído sus órdenes. Como Midorikawa no le hablaba, el chico había ordenado por él. En frente suyo se le era extendido un cucurucho de pistache y fresa. Solo se le quedó mirando.
. — ¿No te gustan esos sabores? Cuando éramos pequeños eran tus favoritos —. Una vez más, Hiroto trataba de darle conversación al distante Midorikawa. Aunque el chico seguro no le contestaría. Que equivocado estaba.
. —Sería agradable poder recordar eso—. El lavado que le hicieron fue el más intenso, porque sus amigos ya habían recuperado todos sus recuerdos y habían salido mucho antes del hospital. Él fue el último en salir. — ¿Y tú como lo sabes?
Estaba a la defensiva, Hiroto lo entendía. Reize no se había ido del todo aun, aunque siguiese siendo Midorikawa Ryuuji. — Bueno, yo...
. —No me importa.
Menuda lastima, ni siquiera le agarró el cono, ¿Pensaba que lo había envenenado? Tampoco que la heladería fuese tan grande como para no prestar atención cuando fue al mostrador. Ojeando el sitio, veía como la chica que le había servido lo miraba con un poquito de pena. Aunque sea alguien le prestaba atención.
Empezó a lamer su propio cono de chocolate con nuez y vainilla, algo que nunca pasaba de moda. Tal vez tendría que comer rápido porque el del otro amenaza con derretirse y no pensaba desperdiciar algo por lo que había pagado. Encima que le invitaba...
Midorikawa miraba con gula el cucurucho que era para él, pero se rehusaba a pedirlo. No quería nada de ese chico, por más apetitoso que se viese ese riquísimo postre helado. Con ese dulzor frío que esperaba a que lo pruebe. Lo estaba llamando, "Cómeme, Ryuuji, estoy riquísimo".
Lo quería, definitivamente lo quería. Y por azar del destino, Kiyama se lo volvió a extender.
. —Perdona, fui desconsiderado. Por ahí no recuerdas como comer helado...
Se sentía ofendido. — Hay un dicho en la tierra que dice, "A palabras necias oídos sordos" —. Le manoteó el helado de la mano procurando poco contacto físico, que aparte de pálido tenía las manos heladas.
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10 ocasiones contigo
FanfictionYa sea en el pasado, presente o el futuro. Cuando cae la noche o surge la mañana. En dimensiones paralelas o en un recuento de los hechos, ellos fueron creados para estar el uno junto al otro, y estas son diez ocasiones de muchas que aun no se cuent...