¡Hola, chicuelas!
¿Cuanto tiempo, no? Espero estén pasando bien está fecha, yo estoy muy feliz porque he podido actualizar y traerles está linda parte. ¿Y saben? No hay problema si quieren considerarla una precuela del shot pasado.
¡Espero se diviertan porque es bastante larguito!
Cuando padre les presentó al que sería su nuevo hermano, Hiroto no pensaba que se vería particularmente afectado por el mismo. Se pensaba que al igual que los demás, le ignoraría por completo.
—Niños, quiero presentarles a alguien que se quedara un tiempo con nosotros. Conozcan a Midorikawa Ryuuji.
La realidad era que Midorikawa se quedaría para siempre, y la verdad el único culpable de esto era el propio chico. Una pena, porque era muy lindo.
Y no es que llegase a esa conclusión por su cuenta, sino que la sacaba al ver como todos los padres que venían buscando adoptar pedían una entrevista con él. Entrevistas que siempre salían mal, porque Midorikawa era un grosero. Su personalidad era un contraste absoluto de su apariencia.
Desde que llegó, siempre hubo algún curioso por él. Era bajito y muy flaco, bronceado, de ojos enormes y negros, con un pelo que Hiroto comparaba mentalmente con el té que a veces le invitaba padre. A parte tenía unos mofletes de muñeca pepona que las niñas encontraban especialmente adorable, más los adultos. Las mismas niñas a las cuales Midorikawa les tiraba tierra y los mismos adultos a los cuales escupía.
En un orfanato había niños que se portaban mal porque no sabían otra forma de expresar el dolor de sentirse abandonados. Midorikawa no era el primero, asi que los adultos no le daban mucho valor al asunto creyéndolo un problema de adaptación nada más.
Porque claro, Midorikawa no les ponía chicles en el pelo a ellos. La pobre de Rumi se había puesto una máscara de lucha de Barbie para tapar la vergüenza.
Las cuidadores no hicieron nada porque se concentraban en curarle los golpes al chico, porque obviamente tanto Saginuma como Segata no toleraron está gran ofensa a su amiga, encima que tenía el pelo tan hermoso. Eso había bajado sus oportunidades de ser adoptada temporalmente y eso no se toleraba.
Midorikawa se fue con una advertencia y los niños mayores fueron castigados. Porque otro factor muy importante es que parecía que el pequeño chico era un maestro de la manipulación. Prueba de ello es como tenía engañado a todas las cuidadoras, pero su actitud le valía no tener ningún amigo.
Pero esta introducción no vale nada si no se conecta al motivo del porque esto ataba al pequeño Hiroto de 8 años. Y la razón era que Hiroto tenía a Midorikawa calado.
Uno pensaría que estar solo afectaría a alguien tan joven, pero el pequeño Kiyama aprendió a ver el lado positivo de esto. Se volvió un buen observador, y eso traía buena información. Puso empeño en su investigación de Midorikawa porque no entendía como alguien de su misma edad podía lucir como un niño de 6 años y obrar como si tuviese 60 años de experiencia en la maldad.
Cómo se sabía sus trucos, se pensaba que no podía caer en ellos, así que sabía que cuando el chiquillo mentía había un brillo especial y malicioso, como si supiese se saldría con la suya. Cuando quería algo había codicia y el brillo era más grande. Cuando estaba por empezar una pelea era pequeñísimo, al parecer su pequeño cuerpo albergaba un orgullo que bajo ninguna circunstancia quería verse dañado.
Pero lo que más le dejaba embelesado de toda su investigación era el brillo feliz. Era uno enorme, que parecía tener estrellitas y corazones y hacia que sus mofletes se pongan más rosados. Ese era un brillo que Midorikawa tenía exclusivamente cuando veía como los otros jugaban futbol, asi que encima eso le trajo la pregunta de qué tan bueno era el deporte como para hacer que Midorikawa por una vez se comportase.
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10 ocasiones contigo
Fiksi PenggemarYa sea en el pasado, presente o el futuro. Cuando cae la noche o surge la mañana. En dimensiones paralelas o en un recuento de los hechos, ellos fueron creados para estar el uno junto al otro, y estas son diez ocasiones de muchas que aun no se cuent...