El chico de último año •Maylor•

6. Promesas

Brian, por costumbre a levantarse temprano, lo hizo a eso de las 9 de la mañana. Roger aún seguía acostado sobre él, lo cual le sorprendió porque esperaba que se moviera al dormir.
Un rayo de luz que entraba por la ventana daba justo en el cabello del rubio, haciendo que brillara más de lo normal.
"Mírame con tus bellos ojos azules, pequeño Roger, y dime que me vas a amar por siempre" dijo el mayor en su mente, y como si Taylor le hubiera leído los pensamientos, se despertó musitando palabras inaudibles, pero que aún así hicieron estremecer al otro. "Buenos días, Bri" dijo al fin de forma clara.
"Buenos días, cariño"
"Te ves pensativo, ¿estás bien?"
"Oh, sí. Pensaba en tí"
"¿Y en qué exactamente si se puede saber?"
"En que quisiera perderme en el mar azul de tus ojos mientras me prometes amor eterno" soltó sin medir sus palabras. "Vas muy rápido, tonto. La vas a cagar"
Roger quedó en silencio unos segundos, debía analizar bien lo que acababa de escuchar, aún no estaba del todo lúcido.
"Entonces mírame" soltó por fin, sentándose al lado del rizado, quien volteó a verlo. "Sé que tengo apenas 14 años y no entiendo una mierda del amor, pero estoy seguro de que es lo que sentía cuando te veía reírte en los recesos o volteabas a verme, por lo cual yo me escondía tras mi libro" el rizado soltó una pequeña risa "y ahora al tenerte cerca, sobre todo cuando no hay distancia entre nosotros y nos fundimos en un beso. También sé que apenas nos conocemos, pero me importa tan poco..." suspiró "...tengo la sensación de que ha pasado el tiempo suficiente como para saber que eres la persona correcta, y que te quiero en mi vida por mucho tiempo" le tomó las manos "Brian, yo te amo, hoy y siempre"
May no podía pronunciar palabras, estaba totalmente ido de sí y con los ojos cristalizados por la emoción de lo que acababa de escuchar.
"Roger, mereces el universo completo, y quiero ser yo quien te lo entregue cada día. Al diablo la gente que no aprueba lo nuestro, nos tenemos el uno al otro y es lo que importa. Prometo cuidarte por siempre, mi pequeño, aún cuando no estemos juntos. Descubramos el amor los dos, lo lindo y lo malo que puede traer, y superemos todas las tormentas que quieran separarnos. Te amo"
"Jo, eres hermoso" el rubio se secaba las lágrimas. "¿Me puedes besar?"
"Ni siquiera preguntes"
Enlazaron sus manos, sus cuerpos quedaron en completo contacto y se encontraron en un beso capaz de transmitir todos los sentimientos que tenían, sobre todo aquellos que no podían ser explicados con palabras.
Tuvieron que separarse por la falta de aire, pero aún así quedaron juntos, mezclando sus respiraciones y latidos agitados. Esta es una de estas situaciones de las cuales no quieres salir nunca y que no acaben jamás.

⇢❃♡❃⇠

"Suéltame, Roggie" dijo Brian entre carcajadas. El rubio se le había aferrado para que no se vaya.
"Quédate conmigo"
"Mañana nos vemos, sólo serán unas horas"
"Me da igual. No quiero que te marches" lo agarró más fuerte.
"Si me sigues apretando, no me voy a ir, sino que voy a morir"
"Lo siento" se soltó del agarre y se paró frente a él. "Prométeme que en la escuela vamos a pasar el mayor tiempo posible juntos"
"Te lo súper prometo, cariño. No quiero que sea de otra forma"
Roger se paró en puntas de pie, pasó sus brazos tras la nuca de su novio y le dió un beso un poco torpe, debido a que perdió el equilibrio.
Salieron del cuarto para que May pudiera despedirse de la familia Taylor y volver a su casa.
Los dos simplemente chocaron sus manos para aparentar una amistad, que de todos modos lo era, pero llevada más al extremo.
El ojiazul soltó un pequeño suspiro al cerrar la puerta. "¿Por qué se fue? Ya lo extraño"
Por otro lado, Brian iba pensando algo similar. "Ojalá en algún momento podamos vivir juntos, y así no separarnos nunca. Mi corazón lo necesita, mis labios lo necesitan... y hasta mi cuerpo"
Luego de decirse a sí mismo esa última frase, maldijo entre dientes. El rubio no sólo aceleraba su corazón, le causaba algunas sensaciones más, pero no quería decirlo, a menos de que fuera muy evidente, porque no quería corromper la cierta dulzura e inocencia de Roger, aunque el nombrado, y sólo él, sabía qué clase de oscuros pensamientos pudo llegar a tener luego de aquella «primera vez».