2-"Gracias por escucharme."

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La segunda vez que Kyouka realmente le dio las gracias a Bakugou fue alrededor de una semana después de las batallas por equipos contra la clase B.

No estaba en sus planes hacerlo, después de todo ya le había dado las gracias durante la batalla por salvarla. Pero eso no contaba como un verdadero agradecimiento.

Básicamente, Bakugou se presentó en el momento y lugar adecuados, y Kyouka no podía estar más agradecida por ello.

El día empezó como cualquier otro: clases, más clases, entrenamiento y más entrenamiento. Pero era viernes, así que los horarios de todos cambiaban un poco respecto al resto de la semana: aprovechando que al día siguiente no tenían que ir a clase, muchos como Midoriya o Kirishima se quedaban hasta muy tarde entrenando en los gimnasios o en los distintos escenarios de la UA; otros aprovechaban para estudiar y hacer deberes, especialmente Yaomomo, que solía hacer clases los viernes para los que quisieran. Kyouka se unía de vez en cuando, según cómo se sintiera respecto a la materia que estaban dando.

Aquel viernes en específico decidió no unirse porque quería seguir componiendo una canción que había empezado hacía unos días. No había comenzado a componerla por nada en especial, simplemente le vino la inspiración. Ni siquiera tenía letra todavía. Nunca había compuesto una canción antes sin ayuda de su padre y no estaba segura de que lo estuviera haciendo bien. Y que le quitara tiempo de estudio la ponía más nerviosa, pero quería terminarla.

El problema fue que, al poco rato de empezar a tocar, empezó a oír demasiado ruido viniendo de la planta baja. Si no tuviera su kosei no lo habría notado, pero las voces eran demasiado altas y ese día había practicado mucho con los auriculares, así que estaban algo sensibles.

No había podido insonorizar su habitación como lo había hecho con la de su casa, así que no había forma de dejar de oír todo el bullicio.

Kyouka los maldijo a todos en su mente y decidió que lo mejor que podía hacer era salir del edificio. El único instrumento que podía llevarse era la guitarra acústica que sus padres le habían regalado el año pasado; no era la mayor fan del instrumento, pues seguía prefiriendo la eléctrica, pero era la más cómoda y la única que iba a sonar.

Metió la guitarra en su funda, cogió el cuaderno donde había empezado a apuntar los primeros acordes, se puso su chaqueta de cuero (la cual amaba, a pesar de que Mina y Tooru se quejaran de que le iba demasiado grande) y salió de la habitación.

Al bajar descubrió que todos los que habían ido a la clase estaban viendo algo en el portátil de Yaomomo y no se molestó en saludar ni en cotillear lo que fuera que estuvieran mirando. Tampoco es que tuviera ganas de hacerlo y tener que dar explicaciones sobre a dónde iba.

Cuando salió fuera se dio cuenta de que no sabía a dónde ir. Había muchos bancos y espacios, pero había muchos alumnos que habían tenido su misma idea y ella quería estar sola.

Había perdido parte de su vergüenza de tocar en público, pero no quería tener espectadores igualmente.

Así que empezó a caminar hacia los campos de entrenamiento.

Sabía que cerca de los campos no podía haber mucha gente porque estaban alejados de las residencias y, si se ponía en un término medio, tampoco oiría a la gente entrenando. O al menos es lo que se dijo a sí misma.

Al final, consiguió encontrar un banco en el camino que llevaba al Ground Beta y, tras escuchar un momento con sus auriculares, decidió que aquel sitio era perfecto.

Y empezó a tocar y a escribir.

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Estaba algo frustrada.

Gracias [Bakujirou]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora