W A N T Y O U B A C K

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Era extraño. La hora ya había pasado y nadie llegaba. Se sentía algo nervioso ¿Y si lo habían dejado plantado? Decidió bajar al lobby, sin antes, mirarse al espejo. A él siempre le gustaba estar dentro de todo, presentable. De camino al ascensor, la escuchó. Venía cantando. Al parecer también, iba a salir. Pasó a su lado rápido. De inmediato recordó esa fragancia a frutas, que sólo su cabello podía tener. Se había perdido tanto en sus pensamientos, que ni siquiera la vio que andaba en sus patines. Perdida en su mundo de música. Le regaló una sonrisa al volver a llamar a ese ascensor que no quería llegar. Ella se la devolvió. No andaba con apuro, pero al parecer él sí. Estaba impaciente. Sus manos no paraban de marcar un ritmo extraño. El ascensor se hacía rogar. Al parecer, estaba en contra de él. Ella volvió a sonreír, entonces decidió hacerle un pequeño favor. Se sacó uno de sus auriculares, corrió un poco esos risos alborotados y se lo colocó en el oído. Al principio al sentir su mano le había dado un pequeño escalofrió. Pero la conocía, sus frías manos acariciaron a penas su oreja y se dejó llevar por la música. La observó de reojo y en un pequeño susurro se lo agradeció. Lo había salvado de un ataque de nervios. Amaba la música que ella escuchaba. El ascensor se abrió. Ninguno sabía qué hacer para no terminar enredados. Rieron por la posible tragedia. Entonces, ella se tomó de su hombro y pasaron juntos a la caja de los espejos. Así lo llamaban ellos. Se supieron organizar y no pasó nada. Fue ahí cuando él se percató que, ella estaba a su altura, gracias a los patines.

Bajar desde el octavo piso, era un viaje bastante largo. Según ella, eso dependía de cómo era tu estado de ánimo. Según él, en ese momento estaba tardando mucho. Pero con un poco de música, todo era más ligero. Ella se embriagaba en el perfume de él. Iba ser difícil de olvidar. Lo recordaría hasta el día siguiente, como ya le había pasado. El ascensor paró. Piso 4. Y ella casi se había caído, pero unas frías manos la habían sujetado. Contuvieron las risas, ya que la soñara los había quedado viendo extraño. Él sonreía y lucia sus hoyuelos que se le formaban por cada sonrisa. Ella miraba el piso roja por la vergüenza. Escondía su sonrisa con sus manos. Ninguno podía contener más la risa. Y comenzaron a reír, casi desenfrenados. La señora los miró y se acomodó el saco, suponiendo que se reían de ella. Él la tranquilizó y le dijo que no era por ella, sino por su amiga. Aunque le hayan explicado se bajó dos pisos antes. Se siguieron riendo. Y como siempre, de pronto se olvidaron qué estaba haciendo ahí dentro. Él se había olvidado que tal vez sus amigos lo habían dejado plantado y ella de que se iba a juntar con una amiga. Un poco más calmados, siguieron disfrutando de la presencia de cada uno. Y por supuesto de la música.

Su nerviosismo había desaparecido, estaba tan cómodo ahí, que ya no quería juntarse con sus amigos. Apoyó su cabeza en el hombro de ella. Sentía que sus corazones latían al compás de la música. Ella le siguió el gesto. Y apoyó su cabeza en los rizos de oro, de él.

El tiempo se les había ido de las manos y ya estaban en lobby. Salieron de la mano, como hacía de vez en cuando, para que los vecinos chismosos tengan algo para contar. Él le devolvió su auricular. Con la mirada gacha se despidieron, sin antes darle una media vuelta, con el ritmo de la música y hacerla sonreír. Ella le sacudió esos rulos y le dio un beso en la mejilla. La vio alejarse, patinando y tarareando una canción.

­ – Y a mí me dejaron plantado –






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Espero que les guste, nos vemos en el próximo capítulo!

Saludos, V E N E C I A 

Capítulo inspirado en la canción Want You Back de 5sos  

El Oxígeno De La Misma HabitaciónWhere stories live. Discover now