Capítulo 3

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   Luego de reaccionar y darme cuenta de lo que había hecho decidí levantarme. No quería ver mis manos, no quería ver a ese ser con el rostro destrozado tirado en el piso, quería correr y perderme en la nada.
    Mi tía, después de levantarse del suelo y calmarse, me habló.

    -Dios santo, gracias.- Aún con la voz quebradiza. - Tenemos que hacer algo, no podemos dejarla ahí tirada. - Dijo.
   -Tenemos que salir de acá, ¿y si salen más como ella?¿son concientes de lo que acaba de pasar?¡DIOS SANTO! Tengo mucho miedo, por favor, salgamos de acá. - Dijo Luz, llorando.
    -Estoy de acuerdo con ella, salgamos de acá rápido, esto no es normal, esa niña o lo que mierda sea no debería haber actuado así, algo anda mal, ¿entienden?¡Algo anda mal! ¡Esto no es normal! - Dijo Priscilla muy exaltada, se podía notar el miedo en su voz.
    -Si Ailu no reaccionaba probablemente su tía estaría muy herida, diablos.- Dijo Celeste.

   No supimos que hacer, estábamos muy asustadas, nos persiguió una niña endemoniada diciéndonos cosas raras, y yo maté a alguien. ¡Mate a alguien!.
   Nos quedamos en silencio unos segundos, admirando el cuerpo sin saber que hacer con él, nunca habíamos presenciado algo así, este realmente no iba a ser un buen recuerdo.
   Optamos por agarrarlo y tirarlo en el pasto largo que había en el descampado, nadie se iba a enterar, esperen, ¿y si alguien se entera?¿Y si encuentran el cuerpo y luego me buscan?¿Soy una asesina? No, no soy una asesina, o eso creo, fue en defensa propia, nos estaba siguiendo y atacó a mi tía. No era una simple niña, era un monstruo.
    Luego de tirarlo (con nuestras manos temblando por completo) comenzamos a correr, queríamos salir de ahí lo más antes posible, olvidarnos del momento horrible que habíamos vivido hace unos instantes. A medida que corríamos hacia la parada veíamos como se acercaba el colectivo, genial, se acerca justo ahora cuando ya pasó todo, te odiamos.
    El colectivo estaba a unos pocos metros cuando mi tía me dijo que yo tenía las manos repletas de sangre, no pude evitar soltar lágrimas y ponerme nerviosa, así que me prestó su campera.
   Subimos, pagamos el boleto y nos sentamos. Mis amigas y mi tía evitaron mirar las ventanas, yo, siendo la persona más masoquista del mundo, miré, y maldita sea, que mala decisión.
   A lo lejos vi unas 5 siluetas femeninas vestidas de blanco, estaban alrededor del cuerpo ya sin vida de la niña.
   Lloré como un bebé, estaba muy asustada de verdad, muy asustada, nunca había sentido tanto miedo en mi vida.

   Luego de media hora de viaje llegamos. No queríamos separarnos, no queríamos dormir solas en nuestras habitaciones, preferíamos dormir en esa calle transitada que en nuestras propias casas estando separadas.
    Antes de despedirnos juramos no contarle esto a nadie, a absolutamente nadie.
    Celeste se quedó a dormir en la casa de Priscilla, a Luz la fueron a buscar y mi tía se quedó a dormir en mi casa. Cuando llegamos y entramos a mi habitación nos abrazamos y lloramos sin parar, ella me dijo que me fuera a bañar y me sacara la sangre de encima, así que le hice caso.
    No puedo explicar lo traumatizada que estaba cuando entré a la ducha y vi la sangre en mis manos, tenía miedo de verme al espejo, de cerrar los ojos cuando me mojara la cabeza, que alguien se aparezca atrás mío. Mi corazón estaba acelerado y mis ojos no paraban de sacar lágrimas, una tras otra, sin parar.
    Luego de bañarme me acosté con mi tía en la misma cama, y por fin, después de una noche horrible, pude quedarme dormida.

Flores Blancas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora