Capítulo único.

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(RanPoe AU-Escolar.)
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Ranpo alarga un quejido después de escuchar las palabras de Yukichi, aún con el termometro en la boca frunce los labios demostrando su negativa. El de cabello plateado enarca una ceja un tanto extrañado por la reacción, igual no tarda en suspirar entendiendo sus motivos.

—Es mejor que te quedes en casa.—Concluye sin ceder a la mirada que le pedía reconsiderarlo, le retira el medidor que marcaba casi los treinta y ocho grados, deja sobre la mesa frente al azabache una taza del té que su secretaria le recomendó para tratar la congestión de vias respiratorias y al que Edogawa recibió con una mueca de desagrado.—Lo tomas y te vas directo a la cama, por la tarde le pediré a Yosano que te traiga los apuntes y deberes de hoy.

—Pero...—La posible objeción se interrumpe por su propio estornudo.

—El mundo no se le va a acabar a Edgar sólo porque faltes un día.—Y ver la reacción del menor le ha dejado claro que ha acertado en el motivo de su insistencia en fingir estar bien.

—Toma el té y ve a la cama.

Limpiandose la boca con el dorso de la mano ingresa a su habitación, se apresura al baño para lavarse los dientes. Una vez libre del sabor del menjurje acude a su closet, en medio de otro estornudo mueve las prendas buscando su pijama; se encoge un poco al sentir un escalofrío recorrerlo a causa del resfriado y toce corriendo la puerta del mueble para cerrarlo optando entonces por abrir un cajón del mismo.

Sus mejillas aumentan un tanto su color pero no es por la ligera fiebre sino porque decidiera usar al fin esa representación de lo influenciable que podía ser a la hora de acompañar a Yosano de compras.

"Oh bueno, ya sabes...a Edgar le gustan los mapaches ¿no?"

Y ahí estaba él, con el kigurumi de mapache entre las manos tapándose la cara para pasar el bochorno de recordar su primera compra impulsiva.

Decide ponérselo pues la felpa cálida era lo que buscaba para pasar el frío, al fin y al cabo no saldría de casa en todo el día.

Se mira al espejo, ladea el rostro frunciendo los labios y es que no esperó que se sintiera tan cómodo. No demora en volver a la cama acurrucándose entre las mantas, toma su teléfono del buró y escribe un mensaje, un pequeño texto para Poe resumiendo los motivos de su falta del día, espera a que se haya enviado y lo devuelve a su sitio; la calidez de su lugar de descanso sumado a las consecuencias de un mal sueño debido a la gripe le hacen caer dormido algunos minutos después.

No es consiente de cuanto tiempo había transcurrido pero un sonido fastidioso le trae de vuelta a regañadientes en el momento justo cuando más estaba disfrutando de su siesta. Se incorpora sin ganas bostezando y frotándose los ojos, alcanza a mirar el reloj notando que había dormido más de lo que tenía pensado.

Su movil suena de nuevo trayendo ese ruido constante que en esos momentos no le era nada agradable a los oídos y decide contestar de inmediato para librarse del mismo.

—¿Qué?—Habla con un tono ligeramente adormilado.

—El director me ha pedido llevarte los apuntes, estoy frente a tu puerta en quince o veinte minutos.

—Si era sólo eso no necesitabas avisarme—Recrimina con pereza—Yukichi va a venir contigo de todos modos.

—Me temo que no, hoy tiene una pequeña reunión por eso estoy llamándote...No quiero que estés dormido y me dejes plantada en la puerta ¿Bien?

—Sí, sí.—Resta importancia dando fin a la conversación.

Desvía la vista encontrando también junto a su reloj una hoja de papel doblada mostrando la pulcra caligrafía de Fukuzawa.

Una Adorable PijamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora