Mal Augurio

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Son las 6:00am, será mejor que termine de arreglarme. — Pienso, fui a la sala con mi teléfono, era lo único que alumbraba.

     Si debo ser sincera, me siento insegura desde que desperté, un sentimiento demasiado extraño, casi como una ansiedad irreconocible.

     Prendo las luces de la sala, apagué la linterna y dejé mi teléfono en la mesa, al lado de un libro, y me dispuse a terminar de arreglar mi pelo.

     Di un mini salto al ver que la lámpara del techo empezó a titilar, era normal, eso quiere decir que ya se iba a acabar, sin embargo con la inseguridad que siento por alguna razón me he puesto más sensible.

     De pronto las luces se apagan.

— Fantástico ...

     Camino a ciegas hasta la mesa tratando de buscar mi teléfono, hasta que unos fuertes escalofríos recorrieron todo mi cuerpo, desde los pies hasta la cabeza.

     Llego a la mesa y busco al lado del libro que estaba en ésta.

— ¿Eh? ¿Dónde está?

      Los escalofríos aumentaban y no encontraba mi bendito teléfono, estaba segura de que lo había dejado al lado del libro. Intenté buscar a ciegas en toda la mesa por si acaso, pero no estaba en ningún lado.

— Dios... Sé que lo dejé por aquí.

     Me arme de valor y fui a dar el primer paso para ir a mi cuarto.

¡¡RING-RING!!

     Antes de ir a buscar el teléfono de mi hermana, suena el mío.

¿Quién llama a esta hora? — Pienso.

     Dirigí mi mirada a la mesa para ver en dónde estaba mi teléfono, ya que por la llamada este se alumbraría.

    No estaba en la mesa, estaba en la esquina de la sala, encima de una pequeña mesa de cristal.

— ¿Cómo... cómo llegó hasta allá? — Susurro.

    Camino hasta la mesa pequeña de cristal y vi el número.

     No lo conozco, algo me dice que no debo de contestar.

     Voy a oscuras hasta el cuarto de mi madre con los nervios de punta, pero la puerta estaba cerrada. No le presté atención, puede que está vez la cerraron.

     Fui a mi habitación, pero ésta también estaba cerrada, lo cual me hizo entrar en pánico, ya que la había dejado abierta y aún era temprano para que mi hermana se despertara.

— Ahg... — Suspiro. — Condenada sea, no tengo paciencia para esto, abre estúpida puerta. —Murmuro alterada, seguía tratando de abrir mi cuarto sin éxito.

     Los nervios cada vez más me consumían, pasé al cuarto de mi madre ahora sí empezando a tocar, a ver si lograba despertarla.

     Ah...

     Por un momento, solo por un momento, sentí el suspiro de algo o alguien en mi oído, todo mi cuerpo con pelos de punta y un corazón comenzando a acelerarse.

     Ja...

     Otro suspiro mucho más cerca de mi oido y yo estaba a un solo paso de derribar la puerta de mi madre a golpes.

     Como no abría, la desesperación se hacía más grande en mi estómago y corazón. De pronto siento algo empezando a acercarse a mi espalda, como si fuera a tocarme.

     Basta.

— ¡JODIDA SEA! ¡Abre la puerta! — Grito finalmente.

     Los nervios, el susto, la desesperación y el terror aumentaban, ya mis puños dolían de tanto tocar con toda mi fuerza la puerta.

     El cosquilleo aumentaba y la presión de mi mente también.

     Caigo hacía adelante, finalmente mi madre abrió la puerta.

— ¡¿Qué pasó?! ¡¿Qué te sucedió?!

     Mi respiración estaba agitada y mis ojos estaban pesados, todo mi peso estaba en los brazos de mi madre.

     ¿Qué mierda acaba de pasar?

Ahora puedes volar | By DokaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora