Un deseo al viento

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Las corrientes de aire frío de fin de año se cuelan por los pliegues de su ropa y SiCheng se estremece con exageración porque no disfruta del frío, anhela el calor del verano, sentir las caricias tibias del sol y sentirse liviano con ropa fina.

Contempla las plantas secas y cubiertas de escarcha pulcramente ordenadas en pequeños maceteros que rodean el balcón, algo en lo que todos los miembros han ido contribuyendo con el tiempo. Con la mano enguantada, acaricia la abeja sonriente con que DeJun celebró su graduación y anuncio como miembro oficial de WayV y se sorprende al ver más allá de la figura de plástico, un diente de león resistiéndose a las inclemencias del invierno.

—Puedes soplarlo si quieres.

Salta y golpea la abeja cuando escucha a Kun hablarle desde atrás, la figura se estremece con fuerza y cae sobre los bordes del macetero, sosteniéndose apenas del alambre con que la enterraron en la tierra.

—Gege, me asustaste —comenta lo obvio volviendo a poner la abeja en su sitio, asegurándose de que ninguna de sus piezas se salió de lugar.

Kun suelta una sonrisa despreocupada y lo obliga a quitar las manos de la planta y de la abeja, moviendo las propias con experticia hasta que todo volvió a estar como en el inicio, incluso las ramas escharchadas de la planta.

—Lo siento, no fue mi intención—. De alguna forma, Kun siempre lo sorprende apareciendo de la nada, pero a SiCheng no le molesta –más allá de los incontables infartos que pudo provocarle– y disfruta de cómo acaban las cosas cada vez que el mayor está cerca.

—No hay problema, ya debería estar acostumbrado.

Kun no agrega más palabras y se entretiene entre los maceteros, las plantas secas y la tierra húmeda. SiCheng solo contempla la concentración en su rostro y sus pálidas manos desnudas cubriéndose de barro. Kun tiene manos demasiado bonitas para trabajar la tierra, pero sabe que el mayor sería feliz haciéndolo.

Se cruza de brazos y se recarga en el vidrio del ventanal para darle a Kun todo el espacio que necesite para maniobrar en el pequeño jardín, viéndose completamente etéreo en un pequeño bosque decadente.

La idea del jardín en el balcón, por supuesto, fue de Qian Kun, pero la llevó a cabo con ayuda de todos los miembros, incluso de los que no eran muy dados a la jardinería como SiCheng. Recuerda a TaeYong llegando con un pequeño macetero que lucía una preciosa flor fucsia en el medio, diciendo que se alimentaba de las vibras de la casa y que viviría mientras ellos fueran felices. La planta murió al mes porque olvidó regarla. ChenLe fue el segundo con una planta de hojas esféricas como guisantes –más tarde Kun les explicó que se trataba de una suculenta con un nombre más complejo que SiCheng nunca aprendió– que acabó formando parte de una ensalada por culpa de DongHyuk.

Poco a poco, todos los miembros pusieron su grano de arena y llenaron el balcón de maceteros y terrarios. También aprendieron a cuidarlas, e incluso sobre ciclos de siembra y poda.

—Dijiste que puedo soplarlo —comenta con sorpresa cuando comprende las palabras que el mayor dijo al llegar, Kun no es de las personas que cortan flores—, ¿lo dices en serio?

—Está abierta, lo que es casi un milagro considerando el clima, así que sí, lo digo en serio.

SiCheng lo mira con sospecha y duda, porque, de nuevo, Kun no es el tipo de personas que corta flores por deporte.

—Tendría que cortar el tallo.

—Puedes acercarte—. Kun se mueve en el reducido espacio y le hace un sitio junto al macetero—, pide un deseo y sóplalo para que sus semillas se esparzan con el viento.

El paraíso de las flores [WinKun/KunWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora