Capítulo 1

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Odiaba la primavera, el invierno terminaba muy tarde y el verano llegaba muy rápido. No había forma de disfrutar la primavera, salvo unos cuantos días antes de que esta terminara.

Había decidido salir al pueblo a disfrutar de ese día antes de que su padre lo encerrara con obligaciones. El palacio estaba empezando a sofocarlo así que llamó a su consejero real y le pidió que preparara su palanquín para salir. Había pensado en cambiar sus vestimentas por unas de un simple noble y caminar por ahí, pero no, ese día quería que todos los aldeanos se reverenciaran ante él. Sonrió con el pensamiento.

Se dirigió hacia sus sirvientes que le esperaban en la salida del palacio con el palanquín preparado y entró en él.

-Alteza, ¿será un paseo corto o largo? – escuchó la voz de su JongDae, su consejero.

Se lo pensó por un momento, había pasado días, tal vez semanas en las que no salía del palacio debido a que su padre lo quería retener ahí con la que seria su esposa en unos días realizando los absurdos rituales antes de la boda, no le bastaba el que lo hubiera comprometido incluso antes de preguntar, como si fuera algo poco común, sino que la mujer era una mojigata, no se dejaba tocar, se apartaba al más mínimo rose y siempre se mostraba nerviosa con él. De los dos años que llevaba oficializado su compromiso no habían tenido una conversación decente que no haya sido iniciada por cualquiera de los dos. Si se lo preguntaban, a KyungSoo le parecía absurdo el que su padre se mostrara tan feliz de unirlos y esperar un matrimonio próspero cuando no la deseaba y muchas noches se escapaba del palacio para satisfacer sus necesidades con una prostituta, ya que su prometida no cumplía con algo tan simple. KyungSoo estaba harto de ello, necesitaba salir de ahí.

-Largo, lo más largo posible- dijo para sentarse cómodamente y correr las persianas del palanquín para disfrutar de la vista y la brisa.

Mientras se movía por el pueblo, veía como los aldeanos se paraban para inclinarse ante él, un pequeño sentimiento de poder no le hacia mal a nadie. Pensaba en su día de coronación, en poder tomar el mando de cada una de las aldeas. Su padre era considerado un gran rey, los impuestos nunca eran elevados, brindaba protección a los aldeanos y siempre llevaba ayuda incluso a las aldeas cercanas a las fronteras de otros territorios. Le parecía absurdo.

Podría conseguir el doble de dinero para invertir en armamento cobrando en doble de impuestos, perdía soldados disponibles para conquistar nuevos territorios dejándolos vaguear por ahí y podría armar campos de concentración en esos pueblos de las fronteras para mantener a los invasores a raya. Desperdiciaba el poder del que disponía, tenía apoyo de otros reinos aliados, sobre todo del que sería rey cuando se desposara, su padre era un tonto.

KyungSoo había estado tan inmerso en sus pensamientos que fueron colisionando cuando una figura majestuosa apareció ante sus ojos.

Su cabello castaño estaba recogido, pero de este se desprendían algunos mechones enmarcando su fino rostro, su nariz y ojos eran pequeños y sus labios delgados y muy rosados. Su piel parecía relucir bajo el sol y se preguntó por un momento si este no dañaría su piel. Su cuello fino terminaba en una espalda ancha y pequeña cintura. Podía ver como los músculos de sus brazos se marcaban mientras cortaba la madera con un hacha y las gotas de sudor bajaban por su cuello perdiéndose en la abertura de su jeogori dejando ver unos pectorales bien formados. Tenía una apariencia delicada y frágil, pero también muy varonil y capaz. Le gustaba, no, no solo eso. Le atraía, estaba perdido, quería verlo de cerca. Le pareció una maravilla, nada que había visto antes. Algo precioso e inmaculado desperdiciándose en ese lugar de mala muerte, cuando debería de estar en un altar cubierto por las más finas telas de seda y el siendo su fiel servidor. De sólo pensarlo se le cortaba respiración.

Afire Love (SooBaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora