La primera vez que Yuzuru supo sobre las almas gemelas tenía tan sólo cinco años. Sus padres le habían hablado a él y a su hermana mayor de ese tema mientras veían un colorido libro con dibujos. Les habían explicado que tal vez, algún día, conocerían a alguien que sería su persona destinada, pero a esa corta edad Yuzuru no comprendió y tampoco le importó demasiado.
La segunda vez que escucho el tema fue en la escuela, durante una clase especial. La profesora había llevado un especialista y entre murmullos de adolescentes, habían explicado detalladamente sobre el proceso. Como durante la creación, las almas habían sido divididas esparciéndose por el mundo. Algunas veces, teniendo la suerte de volverse a encontrar. Si esto ocurría, el amor que se experimentaría jamás podría ser comparado con cualquier otro. Una marca se trazaría en sus pieles y desde el momento en que sus ojos se hubieran encontrado, jamás podrían separarse.
Las niñas habían seguido hablando durante toda la semana sobre eso. Pero los chicos pretendían ocultar su curiosidad a través de una fachada. Sin embargo, a diferencia del resto, Yuzuru no sintió ninguna clase de atracción por el tema. En ese momento su interés estaba puesto en empezar a competir en patinaje. Cuando Yuzuru ingresó al nivel nacional ese ya era un tema olvidado. En su mente, era prioridad absoluta su carrera deportiva.
Muy pronto se convirtió en uno de los patinadores más llamativos del circuito japonés, luego en una promesa a nivel internacional.
Consiguió una entrenadora que lo acompañó en los momentos más difíciles. También los auspiciadores necesarios para poder afrontar los viajes y los gastos de sus trajes.
Cuando fue consciente de cómo había pasado el tiempo, ya tenía diecisiete años y estaba frente a la Grand Prix Final por primera vez.
Aquella mañana le tocaba entrenamiento en la pista, con su entrenadora emocionada y él con dos horas de sueño encima, no podía calmar sus ansias. Aún así, una vez que sus cuchillas tocaron el hielo cualquier preocupación se había desvanecido. El frío golpeando contra su piel y la sensación de frenesí era inigualable, sintiéndose como en casa a pesar de estar en un país desconocido.
La música de su short program sonó para que pudiera hacer su pasada correspondiente, tiempo que aprovechó de inmediato mientras su entrenadora controlaba todo desde uno de los bordes. Estaba patinando por uno de los laterales para tomar velocidad y realizar su primer salto, cuando se cruzó con uno de sus competidores, no hubo ninguna maniobra peligrosa ni siquiera estaban cerca, pero por inercia sus ojos se habían encontrado abruptamente con los de él y en un instante la estabilidad de Yuzuru se había perdido.
No supo cómo pasó, pero había pisado mal y al girar su salto terminó en una caída. Apenas hubo golpeado contra el hielo su concentración volvió, incorporándose siguió con la rutina como había planeado. Su cadera dolía cuando terminó, procuró no darle mayor importancia, tampoco se giró de nuevo a ver a aquel competidor, sino que salió de inmediato para ajustar sus patines y los últimos detalles con su staff deportivo.
Fue recién en la noche cuando se duchaba, que el ardor en su espalda capturó llamó su atención. Justo arriba del hueso de su cadera del lado izquierdo, había una pluma con suaves matices de color.
Yuzuru no había investigado al respecto, inclusive hace años que no escuchaba sobre el tema, pero apenas lo vio supo que se trataba de una marca de alma gemela. Al ser consciente de eso sus piernas temblaron con fuerza y su corazón latió frenéticamente, porque su mente apenas podía procesar una idea... Había encontrado a su persona destinada.
El resto de la noche no pudo dormir como debía, los nervios de la competencia se mezclaban con la necesidad de poder ver a aquel patinador de grandes ojos cafés. Por eso a la mañana siguietnte cuando el sol salió, Yuzuru se encontraba listo para el último entrenamiento previo a la Grand Prix Final.
Su entrenadora se percató de inmediato de su notable buen ánimo sus ánimos altos, sin embargo Yuzuru decidió no hablar de su reciente descubrimiento, primero quería poder hablar con esa persona.
-Javier, no olvides tu botella de agua.-
Yuzuru giró apenas su cabeza al verlos acercarse. Muy cerca de él estaba la figura imponente del ex campeón Brian Orser, y justo a su lado, el patinador que había visto el día anterior. Él era Javier Fernández, el primer español en llegar tan lejos en el patinaje artístico; un hombre de sonrisa muy cálida y de largas pestañas.
El estómago del japonés se contrajo de los nervios al verlo acercarse, practicando varias veces en su mente el cómo hablarle. Pero cuando estuvieron frente a frente, Javier no le dirigió ni una sola mirada pasando a su lado.
Las almas gemelas son aquellas personas que están destinadas a unirse una y otra vez a lo largo de todas sus vidas. Algunas veces coinciden en el mismo tiempo y espacio, en el momento en que sus cuando sus ojos se encuentren ambos sabrían que se pertenecen. No habrá duda que nacieron para estar juntos.
Eso había leído Yuzuru... Entonces, ¿Por qué Javier lo ignoraba?
Su marca quemó con fuerza en su espalda baja y los labios del japonés se oprimieron.
¿Se había equivocado? Sí Javier Fernández no era su alma gemela... ¿Quién era?
Continuará...
Nota de autora:
¡Buh! Hace tanto que anhelaba hacer esta temática que al fin está aquí. Esta historia tiene cuatro capítulos más un extra. Para mi gran sorpresa (?) ya está todo escrito, así que iré publicándolo pasando unos días.
Espero tener su apoyo y que les guste.
¡Nos vemos muy pronto!
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Lovin you
RomanceYuzuru Hanyu a sus diecisiete años estaba seguro de tres cosas: uno, quería ser el mejor patinador del mundo. Dos, existían las almas gemelas. Tres, su alma gemela era Javier Fernádez. Temática: SoulMate. Slash