Capitulo IV

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Dejar que sus emociones le ganaran a su lógica se había convertido en un calvario. Ver a los ojos a Miki sabiendo que le había sido infiel le quemaba por dentro, pero dolía aún más, el saber que Yuzuru sufría cuando se enteró que no había cortado su relación con la japonesa.

Habían compartido pequeños momentos en las sombras en el Cricket Club. Javier se descubrió adicto a los pequeños labios del campeón olímpico de una forma casi enloquecedora. Y, aunque no pudiera evitar besarlo una y otra vez, también era consciente que era cuestión de tiempo para que Yuzuru conociera a su destinado. Además él tenía planes, amaba a Miki y tenía una familia soñada con ella.

Sabía que ambos se estaban haciendo daño. Así que un tiempo después de ese primer beso, se despidieron en una noche fría al culminar la temporada. Él se iría a España durante unas semanas, mientras Yuzuru estaría en Japón. La distancia era la mejor forma que tenían ambos de poder pensar coherentemente y sanar las heridas que aún sangraban.

Cuando se fundieron en ese último abrazo la piel le quemaba. El sabor de los dulces labios del japonés quedó impregnado en los del español. Soñando con él después de que se hubiera marchado, incluso días después de que sus fugaces encuentros se volvieran simples recuerdos.

Abrazar a Miki era cada vez más difícil, y aunque amaba a la hija de ella, la imagen de Yuzuru cada vez lo quemaba más profundamente. Tanto que le aterrorizaba el aceptar que no era una simple atracción. Sabía que debían verse pronto en Japón, los shows donde ambos participaban pronto comenzarían y sería inevitable una reunión. Pero no habían hablado ni siquiera por mensaje durante todo en un mes, por lo que le sorprendió cuando Miki fue quién lo mencionó.

—¿Sabes algo de Yuzu? Hace mucho que no me comentas nada.—

Estaban viajando de España a Japón. El avión se encontraba en total calma, mientras la patinadora tenía durmiendo en sus brazos a su hija.

—No sé nada en especifico.— dijo sin darle mayor importancia al encogerse de hombros. –Seguramente está centrado en su entrenamiento. Ya sabes como es.— mencionó sonriendo divertido.

La mujer se rió en respuesta, deslizando sus dedos por el cabello de su primogénita.

—No me sorprendería, aunque escuché que se encontró con su destinado. No sería extraño que también se haya distraído...—

La frase golpeó como una cachetada a Javier, presionando algo fuerte sus manos contra el borde del asiento. Aún así, intentó no mostrar reacción.

—¿Si? No lo sabía...—

—Los medios japoneses estaban hablando mucho de eso.— mencionó ella sin darle particular atención. –

—Oh, ya veo~...—

No se atrevió a preguntar de nuevo. Fingió cansancio para poder cerrar sus ojos, pero esa sensación amarga se instaló en su estómago el resto del viaje.

Al llegar a Japón comprendió lo que Miki decía, en la televisión hablaban de eso a cada momento, la promesa de la nación había encontrado a su destinado. Un joven estadounidense de ascendencia china. Un patinador que él conocía bastante bien, un joven de mirada penetrante, sonrisa torcida y un egocentrismo alto. Alguien que había visto a Yuzuru como su mayor rival y se planteaba a derrocarlo haciendo su debut en la elite.

Ambos rivales se encontraron en Japón cuando Nathan Chen fue invitado para uno de los shows según decían los medios, tres días después se vio a ambos atletas en una situación romántica.

Una historia tan romántica y cursi que se le retorció el estómago.

Aunque ya había arribado en Japón hace algunos días, había estado evitado por completo a Yuzuru. Si sabía que estaban en el mismo lugar se alejaba, encontrando cualquier excusa para poder marcharse. Pero eso no evitó que se topara con Nathan Chen.

Lovin youWhere stories live. Discover now