Capitulo: III

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Cuando se mudó a Toronto la ambición había impulsado la mayoría de sus decisiones, pero ahora que apreciaba la medalla de Oro de Sochi no tenía dudas de que había sido la mejor opción. Brian lo había propulsado a sus máximos niveles, y sellando el tema de su marca había podido centrarse por completo en su competencia.

Acababa de vencer a Patrick Chan y pudo llegar al tan anhelado número uno de la elite masculina, pero su límite no estaba allí. Una vez que hubiera pasado la temporada olímpica, se centró en las competencias del siguiente año.

Pero así como había probado la gloria, su mundo se derrumbó en un accidente en la Copa de China.

Un golpe, una caída, el dolor de su espalda y posteriores operaciones lo convirtieron en alguien vulnerable, lleno de temores y de paranoias, llevándolo a que fuera imposible el pararse sobre los patines. Tuvo que excluirse en Japón durante varios meses, para pasar por tratamientos y rehabilitación antes de poder volver a pisar el hielo.

El circuito competitivo no lo esperaría, ni tampoco iba a tener clemencia con él, por lo que tuvo que opacar todos sus miedos para tener una meta clara, volver a ser el mejor del mundo. Había costado, había llorado en los brazos de su madre, el deseo de dejar todo se veía cada vez más tentador. Pero finalmente su amor por el patinaje lo había arrastrado lentamente donde pertenecía.

Ahora sólo quedaba la gala del World para terminar esa temporada, Yuzuru sentía que su lucha aún estaba lejos de culminar. Había sido una competencia feroz, aun así su corazón estaba feliz con los resultados.

Para calmar sus emociones alteradas había optado por hacer una pequeña escapada a la pista de patinaje. Eran las primeras horas de la mañana, casi de madrugada, así que disfrutó de su soledad deslizándose sin saltos ni coreografía, apenas yendo de un lado al otro mientras el frío golpeaba su piel.

—Pensé que sería el único con esta idea. Fui ingenuo.—

Javier no pretendía asustarlo, pero el joven japonés igual se sobresaltó. Ambos se encontraron en uno de los laterales. Aunque no esperaban la presencia del otro se sonrieron al verse.

—Siempre busco ganarte Javi, incluso en las ideas.— bromeó Yuzuru al ponerse a su lado y patinar lentamente. —¿No es temprano para que estés despierto?—

En el Cricket Club era conocido por todos la dificultad que tenía el español para estar temprano en la pista. Por lo que no sonó con maldad aquella broma. Javier lo entendió y extendió su mano para revolver el cabello oscuro del más joven.

—Lo es. Pero me sentía inquieto y no podía dormir.— le respondió moviendo sus patines de tal forma que dibujaba sutilmente sobre el hielo. —¿Y tú? Sé que te gusta madrugar, pero recién está por amanecer... ¿Te duele algo?—

—¡No! Estoy bien, estoy bien. Tan sólo deseaba venir... No eres el único inquieto.— Yuzuru le sonrió con suavidad, contagiando aquella mueca al otro.

Su relación era amena, suave y fácil de llevar. Yuzuru se había moldeado a los cariños del español, y aunque no pudieran tener grandes conversaciones por el idioma, si podían compartir momentos como esos. Pequeñas situaciones donde no eran necesarias las palabras, bastaba simplemente con sonreír y acompañarse.

—Sabes que no debes ser testarudo, ¿si? Sí te duele algo, sí estás inseguro... Dile a Brian.—

Sabía que el español se preocupaba sinceramente, pero Yuzuru no pudo evitar reír.

—¡Estoy bien Javi! El viejo aquí es otro.— respondió con total intención de molestarlo.

Javier transformó su mueca, elevando una de sus cejas y soltando una risa más escandalosa.

Lovin youWhere stories live. Discover now