Abro los ojos esperando que todo sea un sueño, pero cuando despierto todo sigue igual.
Una lágrima furtiva y silenciosa baja por mi mejilla mientras abrazo mis piernas sin dejar de temblar.
Vuelvo a cerrar los ojos sin saber muy bien como he llegado hasta aquí.Todo empezó como un día normal.
Me desperté sin saber que aquel día cambiaría mi vida para siempre.
Me dirigí al comedor, allí estaba mi madre. Como siempre, fumaba mientras buscaba anuncios de trabajos en el periódico o algúna noticia de la que pudiéramos alegrarnos.
Hacia tiempo que mi madre había perdido su trabajo por culpa a su obsesión con las apuestas, con la que perdimos mucho dinero. Ahora apenas podemos llegar a fin de mes, además de que mi madre aún debe mucho dinero a algunos hombres, por lo que siempre intentamos ahorrar.De mi padre, no hay mucho que contar. Solo sé que un día salió de casa diciendo que iba a por unos cigarros, y nunca más volvió.
Nos abandonó a mi madre y a mi, sin siquiera despedirse o darnos una explicación.Por suerte, de eso ya hace mucho y tanto para mi madre como para mi, ya es un recuerdo enterrado.
Voy a una escuela pública y trabajo por las tardes en una cafetería para intentar ayudar con el dinero.
Suspiré y miré a mi madre, que cada día estaba más consumida y preocupada.
-Mama ya hemos hablado de esto- dije con un tono resignado mientras le arrebataba el cigarro de las manos y lo apagaba en el cenicero. - Me prometiste que lo dejarías.
-Lo siento cielo, ¿preparada para el Instituto? - dijo mientras intentaba sonreír con naturalidad cambiando de tema.
Asentí levemente mientras le devolvía la forzada sonrisa que intentaba parecer natural. El Instituto era público, por lo que la educación no era demasiado buena, y el tratado que recibía de los alumnos tampoco. Nunca me había molestado demasiado en relacionarme con la gente, aún que amigos, no me faltaban. Tenía a Julia y Clara, y no necesitaba más. Además, casi siempre sacaba buenas notas y algunos me culpaban de insensible y estirada. Pero no me importaba, tenía asuntos más importantes en la cabeza y mi madre también, por lo que no quise preocuparla.
Cogí una pieza de fruta para almorzar, luego, agarré la mochila y salí de casa.
Por el camino miré a la gente pasar sin prestarles demasiada atención. Siempre había preferido vivir en el mundo de mis pensamientos que en el real.
Al fin llegé al Insti, un antiguo edificio gris con grietas y fisuras por todas partes, con un enorme reloj en la fachada que indicaba el comienzo de las clases. Respiré profundamente resignada y dejé que la gran masa de estudiantes me arrastre hasta el interior.
Empezaron las clases, cada una más aburrida y larga que la anterior.
Por un momento el tiempo parecia haberse detenido,y con él, las agujas del reloj.Finalmente llegó la hora del recreo y todos salieron aborrecidos y suspirando del aula mientras conversaban en pequeños grupos.
Al salir al recreo como siempre, me reuní con mis dos mejores amigas, nos sentamos en un rincón, bajo un árbol que hay en el patio, y charlamos, cotilleando sobre los últimos rumores, aunque yo no participo demasiado en la conversación, ya que como de costumbre mi cabeza está en otros asuntos. Mientras tanto, como con desgana la manzana que he cogido esta mañana. Finalmente, se acaba el descanso, y me despido de Clara y Julia, ya que sabía que no ibamos a volver a coincidir en ninguna clase de las que quedaban aquella mañana.
Vuelvo a la aula, qué sigue siendo tan odiosa como las anteriores, hasta que al fin suena la campana y los alumnos salen precipitadamente, para dirigirse a los clubs deportivos, de arte, música o otra optativa que ofrece el campus universitario.
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Second Chance
Teen Fiction¿Alguna vez has pensado en empezar desde cero? ¿En volver tiempo atrás para rectificar tus errores? ¿Que pasa si has hecho algo por lo que te arrepentirás el resto de tu vida y te ofrecen una oportunidad para empezar de nuevo? ¿Aceptarías? Y....que...