3: Adiós, mi mejor amigo

43 4 0
                                    

Preparar la boda me tomo aproximadamente un año y seis meses, viví en una burbuja de felicidad, sin notar nada a mi alrededor. Mis padres me habían criado para ello, ser una buena mujer, una buena esposa y buena madre.

Si bien me enseñaron a ser complaciente, me enseñaron a ganarme mis cosas con trabajo duro, cuando anuncie mi compromiso había cumplido parte de mi ideal de lo que yo creí era una vida perfecta.

Un amor, amigos leales, familia comprensiva. En fin, todo lo que yo había una vez soñado. Una novia no debería llorar el día de su boda, por suerte, lloré un día antes.

Siempre he sido una fiel creyente que las cosas deben de ser dichas, sea o no el mejor momento, ahí también entendí que las cosas que a veces dices pueden explotarte en la cara.

No quise una despedida de soltera ostentosa, preferí salir una tarde con amigos, ir por unas copas y regresarnos temprano, hablar de lo hermosa que podía ser la vida, quizá soltar uno que otro secreto en la reunión, y vestir esos acampanados blancos que me quedaban a morir.

Definitivamente quería algo tranquilo pero divertido, algo con lo que liberarme antes de usar vestidos y ser más recatada, por supuesto no iba a durar tanto porque no quería tener ojeras para mi gran día.


Si bien no tenia en claro que iba a hacer, sabia a quienes quería conmigo en ese día. Y lo recuerdo perfectamente, al principio lo había olvidado, pero ahora siento y recuerdo cada palabra. Debí notar su molestia, sus ojeras o al menos que no andaba bien, pero era una despistada en mi mundo de fantasía que pensé todos estarían felices como yo.


-¡Ya solo detente! Puedes… dejar de hablar de él tan solo un minuto, maldición princesa…

Su grito me saco de mi ensoñación, Sunny juró y tomo lo que quedaba de su coctel junto con el mío, no tenían demasiado alcohol como para culparlo, pero que estuviera diciendo las cosas a ese nivel de conciencia solo lo hacia más real y doloroso.

- Eso no fue educado Lud…

- ¡Educado!

El golpe en la mesa nos sobresaltó a ambas, Sunny pidió una bebida al mozo intentando aparentar que aquel golpe fue para llamar su atención, pero la vergüenza podía más conmigo y salí del local mirando al piso.

Estaba molesta, ciertamente esta arruinando mi cuento de hadas, entonces sentí un jalón en mi brazo, mis plataformas se atoraron con mi pantalón y choque contra el detrás de mi, en mis inútiles esfuerzos por liberarme de Lud rompí aquel pantalón que adoraba, y junto con toda la molestia comencé a llorar.


Si, era una princesa y no me molestaba nada de ello.

- ¿Porque estas siendo así conmigo? ¿Qué demonios te hice yo Lud?


-          ¿Cómo no puedes notarlo Rose? -suspiro Sunny apareciendo detrás de nosotros, igualmente se le veía cansada-, era más que obvio…


- ¡No tengo ni idea de que sucede! En serio me están haciendo llorar un día antes de mi bo..


- ¡Te amo! Maldita sea, te amo princesa. Estuve enamorado de ti desde que tengo memoria, estuve esperando pacientemente el turno en que me miraras. Me esforcé Rose -tome aire, bruscamente pero estaba entumecida, entendí todo sin embargo no podía responder, ni siquiera sabía si podía o no moverme-, me esforcé en ser el príncipe que necesitabas, me contuve todo este tiempo porque… ¡Maldición!

Antes que pudiera reaccionar, sus manos se fijaron en mis hombros cuando acerco sus labios a los míos, pero no los tocaron. De igual manera no es como piensan, no sentí nada mágico, nada despertó en mí.

Incluso si me hubieran besado, sé que no hubiera sentido lo que decía en los libros sobre amor verdadero, o que nuestras almas se unían o que despertase un caliente morbo en mí. Estaba sorprendida si, pero no quería que me besara, y Lud como el caballero que siempre había sido tampoco lo hizo.

Por un instante quise que hubiera cerrado aquella cercanía, pero para molestarme, tener un fundamento para odiarlo y no ser la mala. Pero cuando vi sus ojos, cuando vi aquella mirada que por tantos años evite que las chicas pusieran en su rostro, supe que nuestra amistad había sufrido un duro golpe.


Aquella mirada me perseguiría por un bien tiempo desde ese momento.


-Adiós princesa… - me dijo, volviendo a acercarse, beso mi frente y yo aprete los puños, mis uñas se clavaron en mi palma-, se feliz, por favor.


No pude decir nada, hasta que lo vi subir a su auto y alejarse en la noche. No me desmoroné hasta que deje de ver el auto, no me desmorone hasta que Sunny me abrazo, entonces de esa manera lloré a gusto, y solo cuando ya no podía seguir llorando, cuando mis ojos ardían y mi voz se quebraba, solo recién salieron las palabras.


- Adiós, Lud.

No oí lo que Sunny me dijo luego de eso, pero sé que lo que hubiera dicho no hubiera cambiado nada. Aquel momento, si bien fue significativo no cambio mi matrimonio, dolía si, pero lo olvidaba en la euforia de la fiesta. Me case de blanco y a lo grande con mi príncipe azul, mi boda hecha cuento de hadas, incluso tenia a la bruja en la novia de mi hermano.

Fue como lo había preparado, como lo soñé, incluso sin Lud en mi boda seguí adelante, el único vestigio que me dejo de aquella fatídica noche fue la pesadez en mis ojos que con unas buenas gotas se pasaron.

Deben entenderlo, en ese momento mis decisiones parecían ser las correctas, mis acciones eran lo que yo quería hacer, no tenia el peso de que alguien me obligase, no tenia derecho de quejarme de lo que pudo haber sido.


Gané un esposo y perdí a mi mejor amigo, no estaba molesta con aquella decisión.


Ludwing desapareció de mi vida desde aquel instante, no supe a donde y de hecho no pregunte hasta pasado tres meses, cuando pensé en nombrarlo padrino de mi hijo.

Recuerdo que tenia dos meses de embarazo cuando la vida comenzó a golpearme.

Si bien me educaron para ser una correcta señorita, no lo hicieron para que me convirtiera en una ama de casa, cocinaba, limpiaba y mantenía mi hogar, pero también quería trabajar. Mi no esperado embarazo no cambiaria aquello por más que Dante me reclamara.

Quizá fue mi culpa, por emocionarme con este bebé, por comenzar a querer más ser madre de lo que quería ser una esposa. El comenzó a llegar tarde del trabajo, nuestras charlas comenzaron a sentirse incomodas.

No entendía, pero mi príncipe azul comenzaba a  dejar de serlo. O es que quizá lo estaba viendo diferente.


Sabía que mi relación se estaba enfriando, pero por el amor que nos teníamos decidimos intentarlo, revivir nuestra luna de miel antes que el embarazo me imposibilitara volver a tener sexo.

Fue el último día, a Dante le gustaba montar caballo, yo ciertamente tenia algo de miedo, pero por complacerlo subí, no debí hacerlo, debí proteger mejor mi estado, pero recuerdo un ruido fuerte y luego un fuerte dolor abdominal. 

Saben, es diferente una relación a un matrimonio, y si bien era feliz, la felicidad o el amor no siempre mantienen un matrimonio. Llega un momento donde la emoción inicial se apaga, lo estaba sintiendo. A veces el amor no es suficiente.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 01, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

No tan EncantadorWhere stories live. Discover now