(Dan)
Tres chicos nuevos se habían ido por la misma puerta por la que entraron hace un par de horas. Aunque ellos crean que no llevan aquí mucho tiempo la verdad es que eran pasadas las 3 de la mañana cuando Adai comprobó sus marcas.
No supondrían mucho problema para nosotros, pero en el fondo me sabia mal por ellos.
Lo mas seguro seria que a la mañana siguiente ya no recordasen nada o que lo tomaran como un extraño sueño, y lo olvidaran en unos días.
Si alguno decide llamar a la policía durante las próximas horas, ellos no encontraran nada por aquí, probablemente los tomaran por unos borrachos sin mucho más que hacer a esas horas que ponerse a inventar historias absurdas, tal vez confusos por la apariencia del edificio, que además de estar insonorizado por el interior tiene la fachada más descuidada de la calle, si a eso le añades que nadie medianamente cuerdo se atrevería a montar una fiesta en un barrio como este de la ciudad, casi nunca teniamos problemas con la policía.
Es verdad que habían venido algunos agentes antes, pero no habían encontrado nada.
La habitación estaba en silencio excepto por los pequeños golpes que daba en la mesa el chico que me había plantado cara en la sala de 'la fiesta' unos minutos atrás.
Ahora estábamos en una especie de sala de reuniones, a la cual se accedía desde la sala anterior, la mayoría aun seguían en pie, aún que algunos habían preferido sentarse en sillas que habían entorno a la mesa central, como Sean.
El silenció comenzaba a ser incómodo, y mis compañeros se habían marchado con el resto, dejándome a cargo de 'los novatos'.
-Podéis sentaros si queréis...-mi voz sonó más seria de lo que pretendía, casi amenazante, cosa que odiaba, no quería intimidarlos o algo por el estilo.
Uno o dos se dejaron caer sobre las sillas esta vez, también había alguno que me miraba asustado, como si hubiese sido secuestrado por una banda criminal.
-Es más, seguramente queráis estar sentados. Así os responderé cualquier pregunta que tengáis acerca de todo esto...
Ahora casi todos se movieron hacia las sillas, y solo dos de ellos quedo en pie. La sala permaneció en el mas absoluto silencio por unos minutos.
Sabia que era yo quien debía hablar y dar todas las explicaciones, ya que Támara y Adai no estaban como la ultima vez que acogimos a los novatos. Yo era el encargado de los nuevos hoy, al menos si quería de verdad que me aceptaran como instructor... tenia que ganarmelos, evitar que se fuesen.
-¿Y bien? ¿No hay ninguna pregunta? -Dije con una sonrisa que pretendía ser tranquilizadora.
El chico que seguía en pie se acerco a la mesa tembloroso y apoyando las palmas de las manos para que no temblasen dijo.
-¿Qu-que... que es lo que pasa? ¿Como hemos llegado aquí?
Algunos me miraron, y comprendí que todos se hacían esa misma pregunta.
Era lógico, yo también me lo pregunte en su día.
Ahora, debía responder con seguridad en mis palabras, como me habían enseñado.
-La mayoría de vosotros llegasteis aquí de forma involuntaria, ¿Cierto? -muchos asintieron, Sean, que al parecer era el único que se sentía cómodo con la situación solo me miro directamente a los ojos. Sin apartarle la mirada continúe hablando.- seguramente habéis caminado sin un rumbo aparente hasta que llegar a esta zona, y finalmente aquí, Al Lobo. -Algunos me miraron extrañados, como si se sintiesen títeres en una función, manipulados. En cambio había un par con una sonrisa en la cara, como si comprendiesen más de lo que deberían, así que decidí darles cuerda para más preguntas.-
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Cambiante
Teen FictionMi nombre es Sean, y tengo 17 años, siempre he llevado una vida relativamente normal. Nunca he sido de los que hacen millones de amigos, tampoco lo he necesitado. Tal vez sea porque mis mejores amigos han estado junto a mi en todo momento, siempre...