La alarma suena a las nueve y media de la mañana. El sonido estridente hace que Abril se despierte malhumorada y que apague la alarma de un golpe. Solo ha dormido seis horas, y eso es muy poco para lo dormilona que ella es. Pero ya sí que sí, tiene que ponerse a estudiar. Se sienta en la cama y todo le da vueltas. No esperaba que fuera a tener resaca pero la cerveza siempre ha sido muy traicionera con ella. Así que vuelve a tumbarse, «diez minutitos» se dice a sí misma. Coge el móvil y revisa sus redes sociales. Nada demasiado interesante en twitter, no es la hora de los "twitteros". Demasiada información en Facebook, no es hora para ponerse a analizar los videos que comparten sus contactos y pensar si es información falsa o mal interpretada, más bien, no es hora de pensar demasiado. Así que abre Instagram, ya que solo hay que usar la vista. Un mensaje directo. «Seguro que es Lola mandándome algún trozo de algún anime para que me decida a verlo», piensa. Pero no. Es Hugo. «¿Qué hace Hugo hablándome? Llevo sin saber nada de él desde hace casi un año».
Hugo es un chico que conoció Abril una noche en el pub Playmobil. Ella había ido con Marina a tomarse allí una cerveza. No era el sitio al que solían ir, pero por un día querían cambiar de aires y Abril había escuchado que la música que ponían allí era la que ella suele escuchar, así que quisieron conocer de cerca el lugar.
- Qué azul es todo –dijo Marina mirando a todos lados.
- Pero es genial, me encanta todo. Y que esté sonando Cuando No Me Ves de Love of Lesbian me flipa a niveles insospechables.
Marina entró al lugar pensando que no le iba a gustar nada, pero para su sorpresa no fue así. Allí había mucha gente que había visto alguna vez en La Tertulia y había un ambiente bastante bueno. Al menos al principio de la noche.
Ambas se sentaron en la barra y se pidieron un tercio de Desperados. Hablaban de sus cosas, como siempre. Ya se estaba terminando el primer año de carrera y se les había pasado volando. De repente Marina vio a una compañera suya de clase y se la presentó a Abril. Dos besos. "Yo soy Abril, encantada". Lo típico. Marina y la chica se quedaron hablando un rato. Abril estaba sentada en el taburete dándole algún que otro trago a su cerveza con tequila y mirando el móvil de vez en cuando. De repente alguien se sentó a su lado. Pidió un JB con Coca Cola. Abril no levantó la mirada, pues le daría mucha vergüenza encontrarse tan de cerca con unos ojos desconocidos. Fue él quien entabló la conversación.
- Tu amiga no te está haciendo mucho caso, ¿no? –dijo el chico. Abril lo miró. Tenía el pelo negro y rizado y unos ojos verdes preciosos, los más bonitos que jamás había visto. Seguidamente miró hacia Marina, pero seguía hablando con la chica y ni se había dado cuenta de que su amiga estaba en "apuros".
- Bueno, algo así. Se ha encontrado con una compañera de clase y...
- Lo típico, lo pillo –la interrumpió.– Me llamo Hugo, ¿y tú?
- Me llamo Abril –dijo y en aquel momento se alegró de que no se acercara para darle dos besos ya que siempre le ha incomodado eso.
- Creo que es el nombre más bonito que he escuchado jamás, me inspira muchísimo. Podría escribir una novela entera cuya protagonista fuera una chica llamada Abril.
Abril se cortó muchísimo tras oír eso. ¿Qué le podía contestar? Realmente el cumplido no iba hacia su persona sino hacia su nombre. Por tanto el mérito era de su madre.
- Pues a mi Hugo me recuerda a un tío gilipollas porque me recuerda al de Tres Metros Sobre el Cielo, lo siento.
Hugo rió.
- Creo que no nos parecemos en nada ese personaje y yo. Me moriría si fuera tan cani, qué asco.
Abril sintió un cierto rechazo hacia Hugo tras ese comentario tan clasista. Podía entender que a una persona no le gusten los "canis" ya que nunca han tenido muy buena fama, pero el punto de llegar a decir "qué asco" le pareció de lo más inoportuno. Pero lo ignoró ya que acababa de conocer a aquel chaval y no merecía la pena perder el tiempo discutiendo.
