Mi nueva vida empezó apenas llegamos a nuestra casa de Buenos Aires. Yo estaba cansada después del largo vuelo desde Madrid, y cuando papá abrió la puerta yo solo quería tomarme una siesta. Pero lo olvidé en cuanto vi a toda la gente reunida en el vestíbulo. Ramallo, que es la mano derecha de mi padre, me saludó con una gran sonrisa justo antes de que una fuerza de la naturaleza llamado Olga pasara junto a él para darme el mayor de los abrazos
- ¡Violetta, mi pequeña! - exclamó casi entre sollozos.
Olga era una mujer parlanchina pero cariñosa que había trabajado para mi familia desde que nací. Hacía mucho que no la veía, pero la recordaba perfectamente. La besé y abracé. ¡Por fin alguien familiar!
- ¡Olguita! No sabes cómo te extrañe...
- ¡Te preparé tu pastel de chocolate favorito! - dijo ella con lágrimas en los ojos -. Ay, mi niña, pero cómo has crecido. Me recuerdas tanto a tu madre...
De pronto alguien me arrancó de sus brazos para envolverme en una nube de perfume caro.
- ¡Cuánto me alegro de verte, corazón!-chilló una voz junto a mi oído-. Vamos a hacer tantas cositas juntas... ¡Iremos de shopping, a la peluquería, al spa...!
Aquella era Jade, la novia de mi padre. Joven, linda, de buena familia y muy, pero muy estirada. Hablaba sin parar y la mayoría de las veces ni ella entendía lo que decía. Yo sabía que hacía feliz a papá, pero después del largo vuelo no tenía ganas de fingir que me caía bien.
- Me estás agobiando - dije, apartandome bruscamente.
- Hija, por favor...
- No, tranquilo, Germán, es culpa mía -parloteó Jade colgándose del brazo de mi padre-. Es que estoy tan emocionada con lo de su fiesta de cumpleaños...
Mi cumpleaños iba a ser al día siguiente y mi padre y yo habíamos discutido mucho sobre el tema. Por eso al oír a Jade se me escapó una exclamación:
- Papá, te dije que o quería ninguna fiesta de cumpleaños. ¡Yo aquí no tengo amigos!
A mi padre se le borró la sonrisa.
- Violetta, tranquila...
- No, papá. Me llevas de un país a otro y luego me obligas a celebrar un cumpleaños que no quiero celebrar.
Miré a todos: Olga, Ramallo, Miss Elsa, Jade, papá... todos me devolvieron la mirada asombrados, así que terminé rindiéndome.
- No sé ni por qué me molesto en hablar si nadie me escucha.
♪ ♪ ♪ ♪ ♪
Después de tomar una ducha y de comerme un buen trozo del pastel de chocolate me sentí mucho mejor y decidí que ya era hora de tratar de ser sociable. Al bajar la escalera oí música y la seguí hasta la cocina, al llegar oí la fria voz de Miss Elsa, retándola.
- Violetta no puede escuchar esta música pop - decía -. El señor Germán se lo ha prohibido. ¡No lo olvide! - A continuación comenzó a llamarme a gritos -. ¡Violetta! ¡¿Dónde estás?!
Respiré hondo y abrí la puerta de la cocina... ¡que fue a rebotar contra Miss Elsa, que estaba detrás! Mi institutriz perdió el equilibrio con tan mala suerte que termino con la cara estampada sobre el pastel de Olga.
Se hizo silencio. Miss Elsa se incorporó con la cara llena de chocolate y abriendo y cerrando la boca como si fuera un pez. La pobre Olga se mordió los labios para no reírse, pero yo no pude contenerme.
- ¿Está rico? - pregunté.
Aquello desencadenó el infierno y Miss Elsa comenzó a chillar:
- ¡Se me terminó la paciencia con usted!
ESTÁS LEYENDO
violetta-En mi mindo (libro 1)
عاطفيةMe llamó Violetta Castillo y tengo casi dieciséis años. Debido al trabajo de mi padre, no paré de viajar de un lado a otro, por lo que nunca pude quedarme en un mismo lugar lo suficiente para hacer amigos o llevar una vida normal. ¡Pero todo esto va...