Flor en el océano.

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Ella era una flor.

Pero no era una rosa, sí, era hermosa, pero no poseía espinas que pudieran lastimarme.

No era una orquídea; no era tan compleja de definir.

Tampoco era un girasol, su belleza no era extraña ni particular.

Ella era mucho más, su propio nombre la definía. Su belleza era natural, con solo mirar esos ojos verdes sabías que estabas atrapado, era mucho más que una simple flor ordinaria, era una flor con una historia. Su simpleza de ver el mundo, con esa inocencia, tan pura como el color blanco que las definía, tan hermosa como la misma. Era tan perfecta que solo podías observarla, no te atrevías a tocarla por miedo a lastimarla, parecía tan frágil que te dolía saber que la pudieran cortar, pero era tan fuerte que podía llegar a aguantar hasta los más fríos de los inviernos. Así es ella.

Lili. Mi hermosa Lilia Prescott.



—Jude Beckett sobre Lilia Prescott para la revista Rolling Stone

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