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Con una piedra en mano,
Escribo esta historia,
Con un relato,
Que parece de Soria.

Érase una vez,
Una joven muchacha,
Que todo el mes,
Mal lo pasaba.

Todos la apartaban,
Y nadie la quería,
Así se quedaba,
Como una triste porquería.

Llegó una persona,
A alumbrarle el camino,
Y esto no fue otra cosa,
Que el puro destino.

Era un buen hombre,
Aunque un poco terco,
Y con su sobrenombre,
Allí estaba en el cerco.

Se hablaban cada día.
Se comentaron cada noche,
Y con toda la alegría,
Fueron de escapada en Porsche.

Fueron a un monte,
Y allí se besaron,
En medio del bosque,
Merendaron y salieron.

Todo estaba bien,
Todo era correcto,
Y yo me alegré también,
Del que creí un esperpento.

Pero pasó un día,
Que el hombre falló,
Y por esa tontería,
La razón le quitó.

Se enfadó con el.
No sé lo perdonaría,
Ni aunque en todo el mes,
Le cuidase con alegría.

Ella comenzó a ser,
Muy exquisita y moderna,
Y el hombre no pudo hacer,
Nada por no perderla.

Se escapó de su mano,
A pesar de todo el amor,
Que le había antes dado,
Con todo su calor.

Ella nunca entendió,
Lo bueno que el hizo,
Ya que lo dejó,
En la mierda hundido.

El dolor lo corrompe,
Y ya no es el que era.
Ahora va y jode,
A todo el que quiera.

Por eso hay que ser agradecido,
Para no ser un malvado,
Que del ser querido,
Cambie la mente por calvario.

Precursores del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora