|Tres|

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«Primeras citas con champagne»

Con los labios torcidos y un ramo de flores en cada mano, pareciendo el personaje principal en una película romántica cliché o sacado de un comercial de desodorante, Yoongi esperaba silencioso en el asiento trasero de su auto. Su chofer de confianza, Kim Namjoon, reía bajito a ratos, casi burlándose de la situación de su jefe. Había elegido rosas y tulipanes, porque bueno, no estaba seguro se que le iba a gustar a quién. Quedó de verse con Jimin en la entrada del teatro, pues Hoseok estaría actuando en la obra.

Estaba nervioso, por su cabeza pasaba la idea de que tal vez era ya un anciano para estas cosas. En sus treintas, ya se había rendido en eso de encontrar un omega y sentar cabeza. Para el, lo de "pareja destinada" no aplicaba, pues todos sus amigos vivían en matrimonios felices desde hace mucho. A su edad, era difícil ser todavía soltero, se suponía que para ese entonces ya tuviera incluso hijos.

En cambio, tenía un omega y un beta. O tendría, pues aunque sentía en la palma de sus dedos lo que uno siente al estar emocionado por el amor, sabía que no conocía a ninguno de los dos. Llegó a su destino, y al bajarse su chofer le deseó suerte con una sonrisa clásica, de esas que solo das cuando estás emocionado por los logros de los demás. Sintió movimiento a sus espaldas y giró rápidamente, encontrándose con la mirada confiada del omega de pelo rubio.

No sabía si eras tu, pero esa cosa me trajo—lo decía tocándose el estómago con la mano derecha y sonriendo, Yoongi entendió a que se refería, porque sentía que el corazón le había bajado a los pies de golpe cuando lo vio.—¿Son para mi?—le preguntó con los ojos muy abiertos, alzando la mano para tomar los tulipanes. Yoongi asintió, así que los tomó con ambas manos y los apretó en su pecho.

Entonces el alfa de mejillas calientes supo que había tomado la decisión correcta, y que a Jimin de verdad le gustaban los tulipanes.

Yo también les traje algo—contó, metiendo la mano en los bolsillos de su traje azul, un poco avergonzado—No es nada caro, pero pensé que les gustarían, yo las hice—abrió la palma de la mano de Yoongi y puso una pulsera negra sin mirarlo, pero silbando. El la observó por un rato, mirando todos los detalles, las piedras oscuras y las iniciales de los tres con un corazón para dividirlas.

Es muy bonita, Jimin. Gracias, me gusta mucho—lo decía con honestidad, pues le había parecido muy adorable.—¿La de Hoseok es igual?

—Si, pero es roja, porque me gusta su cabello—explicó—Las hice pensando en el día que los conocí, no se si será demasiado, no debes usarla... Pero no sabía que mas darles y me gustan las manualidades y eso—trataba de restarle importancia a su gesto, batiendo las manos y frunciendo el ceño.

Al entrar al gran salón, fueron directo a los asientos reservados por Hoseok, con sus nombres respectivamente. La obra trataba sobre un hombre que perdía a su hija en un incendio y se mudaba a otro ciudad para estar solo y superar la perdida, el pelirrojo era el personaje principal y con su camisa desabotonada y perfecta actuación, tenía al alfa y al omega babeando sus trajes. Era talentoso, transmitía una tristeza increíble. Para cuando terminó la función, Yoongi y Jimin morían por ir a verlo, felicitarlo por su buen trabajo, pero el llegó primero. Sudado, con el pelo pegado a la frente y una copa de lo que parecía champagne en cada mano.

Buenas noches, playboys. Los dos se ven muy bien, es mi placer tenerlos aquí—fingió un acento español, entregándoles la bebida y besándoles las ocupadas manos.

Cálido ➳ y.m x y.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora