SEGUNDA PARTE

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SEGUNDA PARTE.

- ¡¿usted...?! ¡¿Por qué... por qué vino...?

- cálmate por favor - rogó él - hoy no vengo drogado. Vine porque necesito hablar contigo. No vine a hacerte daño - Bárbara empezó a respirar rápidamente, visiblemente agitada - ¡no hagas eso! ¡debes respirar más lento! ¡de verdad Bárbara! Necesitas calmarte. Escúchame; ya después, si quieres, nos marcharemos - lo dijo en doble sentido; no permitiría que ella siguiera recluida en esa casa

- niña - dijo Dimítrios acercándose unos cuantos pasos - escucha a mi hijo; él no quiere hacerte daño; nunca quiso hacerlo

- lo... sé; yo... es solo qué... - ella intentaba calmarse; estaba haciendo un gran esfuerzo por hacerlo - está... está bien. Pero no hablaré delante del señor y la pequeña - dijo en un susurro

- estoy de acuerdo contigo. Tu dirás dónde podemos hablar - ella mantenía la cabeza baja y le hizo señas de que la siguiera.

- señor Koshta - dijo Bárbara antes de empezar a subir la escalera y dirigiéndose al hombre mayor - en el anaquel hay bebidas y en la heladera también; la niña puede tomar lo que guste - luego de decirlo, empezó a subir la escalera, sabiendo que Alexandros la seguía, el pelo de su nuca estaba erizado, y un escalofrío le recorría la espalda. Arriba se sentó en una salita que conectaba los tres cuartos - usted dirá. Si me permite decirlo, señor Koshta; no sé por que vino ahora; lo que ocurrió, fue hace más de dos meses ¿Por qué viene ahora?

- sé que recuerdas todo. Es más, me atrevería a decir que preferirías olvidar esa funesta noche

- es probable - Alexandros se daba cuenta que ella evitaba verle, es más, no levantaba la mirada, la mantenía en sus manos que descansaban en su regazo - pero no es posible; jamás la olvidaré

- no sabes cuanto lo siento. Ahora respondo a tu pregunta. Vine ahora; por que durante estos dos meses anteriores, estuve en diferentes tratamientos psiquiátricos, intentando recordar todo lo ocurrido esa noche. Encontré tu nota en mi saco, hace cerca de tres semanas y me ayudó mucho; pero necesitaba todos mis recuerdos; todo lo que pudiera haber almacenado en mi memoria, acerca de lo ocurrido ese día

- ¡vaya! ¡¿lo lograste...?! ¡¿recordaste...?!

- todo - soltó él y los ojos de ella se llenaron de lágrimas; él se acercó e intentó tocarla pero ella reaccionó con violencia, recogiéndose en el sofá dónde estaba sentada - lo lamento Bárbara; no sé que hacer para que me creas

- te creo - dijo ella llorando, pero manteniéndose alejada de él - yo te vi; te conocía ¿recuerdas? No eras tu mismo esa noche; lo poco que dijiste al llegar a mi puerta, era que habías sido drogado y me pediste, no, me suplicaste ayuda; aunque yo no sabía lo que realmente necesitabas

- lo sé; debió ser terrible para ti, descubrir que tu lejano jefe, iba a causarte tanto daño

- tengo una duda ¿recordaste que yo antes de eso nunca...? - no pudo decirlo

- eras virgen; lo recuerdo. y aunque no lo creas, me arrepiento de todo lo que te hice, a pesar de que no lo hice por mi voluntad

- ¿Quién te drogó? ¿lo sabes? ¿y porque te hicieron eso?

- quisiera culpar a mi padre por haber desatado ese rumor, dónde decía que me obligaría a casarme, con cualquier mujer que lograra embarazarse de mí. - los nervios de la chica aumentaron visiblemente - Eso desató la locura entre algunas caza fortuna. Al final, a una de ellas, se le ocurrió drogarme con todo un coctel que buscaba, lo que ocurrió luego esa noche contigo, pero desde luego con ella. Lo que ella no tuvo en cuenta, es que yo descubrí los residuos de droga en mi copa y de inmediato, huí de ese lugar. Pero los efectos fueron casi inmediatos; por eso vine a parar aquí; realmente no sabía de esta casa, solo estaba huyendo del club y en medio de mi confusión, desvié mi camino y vine a parar a tu casa. Lo demás ya lo sabes

NACIDO ENTRE ESPINASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora