Capitulo 1

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Febrero 14, 2003

España estaba siendo un lugar agradable para pasar las vacaciones, el sonido de las olas acompañado de los violines estaba relajando demasiado a los turistas que habían optado ir al concierto de esa noche.

Un chico de mediana estatura, cabello negro y ojos verdes hacia un esfuerzo increíble por quedarse despierto, una chica de cabello castaño le deba un codazo cada que bostezaba.

—Recuérdame que jamás te deje elegir actividades nocturnas, Hermione—comentó el chico una vez que acabó el concierto—ahora entiendo porque tú novio no quiso venir con nosotros.

—Es cultural, Harry—le recordó—Y Draco no vino porque se sentía mal, los mariscos parece que le hicieron daño.

Comenzaron a caminar por el malecón, Hermione se desenredaba el cabello que por la humedad se le estaba esponjando.

—Comeré en el mismo lugar que él la próxima vez que tengas boletos para conciertos.

—A Draco también le gusta la cultura—Harry rodó los ojos—y agradece que te regaló su boleto.

—Nada más faltaba que hubiera tenido que pagar por ver esto.

Hermione no dijo nada, era imposible hablar con su amigo.

Su destino era el hotel donde estaban hospedados, sin embargo Harry ya estaba lo suficientemente aburrido como para irse a meter a un cuarto de hotel en su último día de vacaciones.

Estaba todo oscuro en la calle, sin embargo a los lejos, un bar aún indicaba que tenía vida.

—¿Quieres un trago? —preguntó Harry a su amiga.

Ella negó con la cabeza y agregó:

—Si Draco no estuviera vomitando en estos momentos, lo aceptaría pero tengo que ir a ver como está y ver si hay alguna farmacia abierta a estas horas.

Aunque no dijo nada, la cara de Harry dejo ver cierta decepción.

—Pero quédate tú—se apresuró a decir Hermione—sin problema.

—Es muy tarde—observó Harry—no dejaré que te vayas sola.

Hermione rodó los ojos

—Estamos a unos cuantos metros del hotel, no me pasará nada—le dio un beso en la mejilla—anda.

Harry sonrió y asintió.

Al encontrarse solo, suspiró, la vida de soltero ya le estaba aburriendo y más el ser un pegote en la relación Draco y Hermione. Pero ni su cabeza ni su corazón estaban listos para enamorarse. O eso creyó hasta que abrió la puerta del bar.

Una cabellera roja perteneciente a una mujer de estatura media y cuerpo esbelto lo hizo fijar la mirada detrás de la barra. Segundos después, unos ojos color chocolate se encontraron con los de él.

Las palpitaciones en su corazón aumentaron cuando ella le dedicó una sonrisa, perdiendo el piso se acercó a la barra, sin que la chica pelirroja le quitara los ojos encima se sentó.

—Estamos por cerrar—le comentó con una dulce voz—pero aún puedo ofrecerte algo ¿Qué deseas?

Harry pensó que podía ser una indirecta, pero prefirió no arriesgarse.

—Un whiskey.

La chica pelirroja sonrió y con una agilidad impresionante le sirvió la bebida en una copa.

—Cerramos en 10 minutos—le comentó muy cerca de su oído y le guiñó el ojo.

La piel del muchacho cobró vida, provocando que todo su cuerpo se erizara. La pelirroja se giró dejando su mano sobre la barra y Harry colocó su mano sobre la de ella, inmediatamente la retiro apenado.

La gente se fue marchando poco a poco.

—Te toca cerrar, Ginevra—comentó un hombre que se abrochaba el abrigo mientras caminaba a la salida.

Segundos después las únicas personas dentro del bar eran ellos dos.

—¿Así que te llamas Ginevra? —preguntó Harry mientras la chica salía detrás de la barra

—Ginny—le tendió la mano.

—Harry—respondió el saludo.

Hubo un incómodo silencio entre ellos mientras seguían con las manos unidas.

—Tengo que cerrar—le recordó Ginny—si gustas puedes terminar tu trago en la barra y salimos por la puerta de atrás.

—Claro—asintió nervioso

La miró dirigirse a la puerta, su forma de caminar lo enloqueció, llevaba una falda hasta la rodilla que le ajustaba muy bien a su cuerpo y le resaltaba sus curvas. Volvió a fijar su vista en la copa que tenía casi vacía, postergando el momento de terminarla.

No había duda alguna, estaba enamorado de una mujer que tenía 10 minutos de conocer, y cómo no hacerlo, si segundos después está se posó detrás de él y le susurró al oído:

—¿Nos vamos?

La piel del muchacho se erizó nuevamente. Estaba perdiendo el control de sus emociones.

Ginny fue detrás de la barra para tomar su abrigo y bolso, recogió el vaso de Harry y le indicó donde estaba la puerta.

Una vez fuera, Ginny encendió un cigarro, Harry dudoso de las intenciones de la muchacha prefirió despedirse, después de decirle que había sido un gusto haberla conocido.

Emprendió su camino al hotel pero una voz lo detuvo

—¡Harry—lo alcanzó Ginny—es catorce de febrero—se mordió el labio—no quisiera pasar la noche sola.

El rostro de la muchacha tomó el color de su cabello. Harry sonrió.

—No creas que siempre me voy con los clientes—se apresuró a decir.

—Shh—Harry le colocó el dedo en los labios—no me importa.

Y sin más, la besó.

Caminaron abrazados dirección al hotel donde Harry, Hermione y Draco se estaban hospedando, besándose en cada esquina que se detenían para cruzar.

Ginny no sabía bien lo que estaba haciendo, era la primera vez en su vida que una persona la alborotaba tanto a solo 10 minutos de conocerla. Pero qué se podía esperar después de que esos ojos verdes la miraran con tanta intensidad y deseo.

Llegaron al hotel, no sabían qué hora era, sólo sabían que con cada beso la necesidad de estar juntos incrementaba y que la ropa estaba quedando de sobra en ese lugar.

Al entrar a la habitación Harry se deshizo de su chaqueta y de un movimiento desprendió los botones de la blusa de la pelirroja. Su piel era tan suave y su cuello olía tan bien, esto lo descubrió cuando empezó a besarlo. El contacto con su piel lo encendía y poco a poco perdía el raciocinio.

Las manos de ella no estaban quietas, después de recorrer toda la espalda de su acompañante lo obligó a quitarse la playera para después empujarlo sobre la cama y quedar sobre él.

Los minutos no pasaban al estar su piel cada vez más en contacto. Entre beso y caricias se despojaron de toda barrera que les impedía inhalar su aroma más profundo. La luna los alumbraba, resaltando las pecas que la pelirroja poseía en su cuerpo desnudo, las cuales fueron cubiertas por besos.

El momento del climax llegó cuando Ginny endureció sus músculos y arqueó su espalda, aunque quería cerrar los ojos, no pudo. El contacto con esos ojos verdes la hizo transportarse a universos desconocidos y el verlos una vez más tan cerca le ayudo a relajar su cuerpo después de que todo el placer había invadido cada uno de sus sentidos.

Harry le besó la frente, la nariz y los labios, para después envolver su cuerpo sudoroso con el de ella que aún tenía la respiración agitada.

Ese 14 de febrero dos personas durmieron abrazadas siendo la luna su único testigo.

Después del amanecerWhere stories live. Discover now