Capitulo 3

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—¿Estás seguro, Harry?

Había pasado un año desde su visita a España, desde la firma con esos clientes las oportunidades de crecimiento aumentaron por lo tanto el trabajo también. Eran jornadas muy largas de laburo, se habían olvidado de su vida familiar y social, aunque también ese año fortaleció la relación de Draco y Hermione a tal grado que se habían comprometido hacía varios meses.

—Tengo que ir Hermione, ella tiene que ser mi pareja en su boda.

Se encontraban en una cafetería, habían optado por tomarse un respiro y pensar unas nuevas vacaciones.

—Pero no sabes nada de ella—insistía la castaña—¿qué tal si era casada? ¿si ya se casó?

—O tal vez no quiera verte—añadió Draco—se fue en medio de la madrugada, no te dijo nada, no dejó nombre ni teléfono. ¿Qué te hace pensar que quiere que la busques?

Harry le dedicó una mirada de desagrado, no había pensado en esa posibilidad y por más que le molestara, Draco tenía razón.

—No les estoy pidiendo que me acompañen y no tengo nada que perder al ir a buscarla. Pierdo más estando aquí preguntándome por ella.

Hermione rodó los ojos

—Está bien, salimos mañana—Harry la miró extrañado—no te dejaré ir solo, si la encuentras y ella también está muy enamorada de ti, me pierdo. Pero si lo que Draco y yo decimos es cierto, te regresas conmigo enseguida, ¿estamos?

—Ya escuchaste, Potter—siguió Draco—a donde vayas tú va mi esposa y a donde vaya ella, voy yo.

Harry no pudo no sonreír, sin embargo ya se sentía un poco incómodo de los cuidados de su amiga.

A la mañana siguiente empacaron sus cosas y partieron hacia Ibiza.

...

Draco había tenido que usar todas sus armas de persuasión aparte de varios ingresos de la empresa para poder sacar a Harry de la delegación mientras que Hermione arreglaba todo el paleo y se comprometía que dejarían pronto el país.

—El señor Potter está acusado de vandalismo, se dedicó a apedrear el banco principal de la ciudad.

Harry salió detrás de un mostrador con las manos esposadas, la camisa abierta y el cabello cubriéndole los ojos.

—Además de eso estaba en estado de ebriedad—continuó el juez.

—Lo sentimos—agregó Hermione—le prometemos que el día de hoy volveremos a Londres.

Se encaminaron hacia la puerta una vez que a Harry le devolvieron sus pertenencias y le quitaron las esposas, pero este no se contuvo las ganas y volvió al escritorio del juez dando un golpe en la mesa.

—Había un bar donde ahora esta ese banco, ¿Qué paso con él?

—Harry, por favor—le dijo Hermione mientras le sujetaba el brazo para que volviera con ellos.

El juez lo miró con duda, sin duda veía en Harry mucha desesperación.

—Lo demolieron hace poco más de 8 meses—respondió la autoridad muy tranquilo.

—¿Y la gente que trabajaba ahí? —Preguntó el ojiverde alterado—había una chica, hermosa, cabello rojo, ojos color chocolate, se llama Ginevra.

Draco rodó los ojos y se acercó a la escena, intento llevarse a Harry por la fuerza. Pero el señor los miró por detrás de las gafas de media luna.

—Según la descripción, me parece que hablas de la hija menor de los Weasley—Harry abrió la boca pero el juez impidió que dijera algo—pero pierden su tiempo si los buscan, esa familia se fue hace tiempo de acá, días después de que cerraran el bar. Y no me pregunte a dónde porque no lo sé. Y ahora si me disculpan, tengo mucho trabajo y es mejor que se vaya antes de que lo arreste de nuevo por impertinente.

El rostro de Harry se tensó, había sido un error ir hasta ese lugar pensando que la encontraría, Draco y Hermione tenían razón, estaba sobre valorando una situación que había comenzado y terminado la noche del 14 de febrero del año anterior. Pero no podía darse por vencido, ahora conocía el apellido de la chica, él tenía muchos contactos y estaba seguro que algún día la volvería a ver.

Durante el vuelo de regreso, la pareja no quiso dirigirle la palabra a Harry, Hermione estaba muy avergonzada por el comportamiento de su amigo y Draco seguramente estaba tramando algo. Añadiendo que, faltaban ya pocos días para su boda.

Al llegar a Londres, Harry le pidió a todos sus contactos que buscaran a Ginevra Weasley por todo el mundo y cada tarde que le llegaban con la noticia de que no había tal muchacha en alguna de las ciudades que ese día habían buscado, se tomaba un trago de whiskey y aventaba el vaso contra la pared al terminarlo. Pronto tendría que comprar otra vajilla.


Después del amanecerWhere stories live. Discover now