Capítulo 1. Un día como cualquier otro

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Hoy me levanté a las 6:00 am;  como todos los días era la primera en despertar, mís padres estaban en sú recámara en el segundo piso al igual que el de mis dos hermanos (Esteban y Mauricio) los más  fastidiosos de la casa.
Fuí a la cocina en busca de un vaso de agua, antes de ir a ducharme para ir a la escuela.

Salí de tomar una fresca ducha y entré a mí recámara, abrí la ventana que esta opuesta a la puerta para que entrasen los destellos de luz, El Sol, que ilumina a diario las paredes blancas casí desnudas de no ser por unas fotografías que forman una pirámide, un espejo muy alto y un cuadro colorido de un paisaje, además de las puertas de mí armario bastante amplio en forma de un pequeño pasillo donde iba mí ropa, zapatos y algunas otras cosas (pues mí mamá al igual que yo, amábamos el orden de las cosas como estas) y un tocador color blanco con detalles rosas, un espejo de tamaño estándar rodeado de foquitos en donde iban mis maquillajes, accesorios, mí laptop, una impresora para las tareas.

Junto a mí cama, (una tamaño King size, con sobrecama blanca con flores rosadas al igual que las almohadas), estaba el espejo de gran tamaño donde me encontraba parada, observándome, mientras veía cómo me quedaba el pantalón blanco que combiné con una blusa azul claro de cuello blanco y unas zapatillas azules del mismo tono, mientras lo observaba, imaginaba la rutina que haría el día de hoy en la escuela, sin el poder evitar sonreír de saber que veré al chico más guapo y de sonrisa más hermosa de la escuela.
Me dí cuenta que estaba tan sumergida en mis pensamientos hasta que mí madre (muy semejante a mí, solo que con algunas canas y pequeñas arrugas difíciles de precenciar a simple vista y mucho más dulce, por supuesto) abrió la puerta del cuarto saludandome con una sonrisa que la caracterísa siempre, se acercó a mí, tomo el cepillo y comenzó a acariciar mí cabello con él, mientras me preguntaba cómo había dormido y qué quería desayunar.

Después de pedirle un plato de frutas con yoghurt se fué y terminé mí arreglo, tomé mí celular y mandé un mensaje al grupo de whatsapp que tengo con mis amigas (Sophia, Hillary y Moníc) "Buenos días hermosas jovencitas", quienes al instante respondieron "Holaaa", "Buen día" y "Hola,¿Qué nos espera hoy?", sonriendo salí del cuarto y observe a los sere más ruidosos de mí vida: mis hermanos (Esteban de 16 años y Mauricio de 20), discutiendo por quien debía entrar al baño después de papá (un señor de caracter fuerte, pero al mísmo tiempo juguetón y alegre, que tiene un cuerpo bastante conservado y de una sonrisa que de seguro enloquecía a las jóvenes de su tiempo en la escuela), cuando el hubo salido, enseguida entro Mauricio (quien es muy parecido a mí padre)  con el pretexto de que sí no entraba, llegaría tarde a la Facultad de Derecho.
Después de terminar el desayuno, me fuí a lavar los dientes para después volver al comedor y darle un beso a mamá de despedida y salir por la puerta de la sala hasta el estacionamiento donde se encontraba ya papá en el coche (mazda 3) quien nos llevaba a la Preparatoria, tanto a Esteban como a mí.
Mientras papá aceleraba, yo despedía desde la ventana del copiloto a mamá quien nos veía desde la puerta moviendo la mano en señal de despedida.

Un Ángel Para AmarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora