Él apretó los labios. ¿Cómo demonios él iba a dejar todo aquello que lo rodeaba? Pero principalmente ¿Cómo iba a dejarla ir de nuevo? ¿Otra vez? ¿Otra vez la iba a perder? Pero él no era un hombre de ciudad. No le iban las aglomeraciones, ni las grandes construcciones. El tráfico incontrolable y el caos de cada día en aquel infierno urbano. Él era un hombre de campo, al que le gustaba despertarse por las mañanas con el fresco aire de campo entrando por sus pulmones y gracias al canto de algún gallo. Le gustaba su trabajo. Amaba los caballos que cuidaba. Aquel era su lugar.
—No, no voy a ir…
______ sintió algo más que decepción al oír sus palabras. Sabía que por ahí aquello era todo muy exagerado, ya que solo se iría por un par de meses y podría volver y todo estaría bien y ellos podrían seguir con su historia juntos. Pero… ¿Por qué ella iba a sacrificar todo lo que amaba de la ciudad por él, cuando él no lo hacía por ella? Claro que a ______ le encantaba el campo y se sentía ella misma en ese lugar. Pero saber que Tristan no estaba dispuesto a jugarse por ella, solo un poco, la llenaba de simple dolor.
Asintió y sacó su mirada de él para fijarla en el horizonte. ‘Tormenta’ pensó al ver las nubes negras que estaban allí.
—Bien —habló luego de unos segundos —Respeto tu decisión, Tristan, y te entiendo… Mattie vendrá conmigo, así que no estaré sola…
—Pero no quiero que te vayas…
Ella rió, pero en una especie de frustración.
—No puedes estar hablando en serio…
—Claro que estoy hablando en serio —dijo ya algo nervioso —Te dije que te amaba y que quería pasar el resto de mi vida contigo hace un par horas y ahora… ¿te vas?
—No me voy porque quiera irme —aseguró ella apretando los dientes. ¿Acaso él creía que ella se iba porque amaba la idea de volver al caos? —Me voy porque tengo que irme… Y de verdad, Tristan, me encantaría que vinieras conmigo…
—¿Acaso no lo entiendes, ______? —preguntó —Yo no pertenezco a ese lugar, ¿Qué voy a ir a hacer allí mientras tú estés de reunión en reunión todo el día? ¿Me vas a llevar a las fiestas que se te van a presentar en la alta sociedad? ¿Me presentaras como que? ¡Soy un simple peón! Sé leer, sé escribir, sé algunas cosas de historia y soy bueno con los números. Pero eso no le alcanza a tu gente… para ellos no seré más que tu empleado, que seguramente esta intentando sacarle ventaja a la situación…
—No es así —musitó ella.
—¿No? —dijo y rió nerviosamente —Claro que es así… Ya me puedo imaginar lo que dirán tus amigas cuando digas que te enamoraste del capataz del campo de tu padre: _______, que bajo has caído.
—¡No me importa lo que digan los demás! —exclamó ella ya no conteniendo las lágrimas en sus ojos.
—¡Pues a mí si! —dijo él, dio unos pasos hacia atrás, alejándose de ella —No quiero que el día de mañana me recrimines que no soy lo suficiente bueno para ti, cuando empieces a darte cuenta de que en realidad no soy lo que esperabas…
—Tristan…
Él negó con la cabeza y dio media vuelta para dirigir sus pasos hacia otro lugar. Necesitaba pensar un poco. Ella vio como él se iba haciendo más pequeño a medida que caminaba. Se le estrujó el corazón. Él no entendía aun lo que ella sentía por él, y ella no entendía que más tenía que hacer para demostrarselo. Pero sabía que en ese momento no podía hacer nada. Simplemente iba a irse...
Tristan siguió caminando, sin mirar atrás. Le dolía saber que en realidad no todo era color de rosa. Se pasó la mano por el rostro, frustrado.
—Te amo, princesa...
—Te amo, salvaje…
Murmuraron los dos a la vez pero sin saber que el otro también lo decía.