III

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Las anchas calles de la avenida White River se hallaban solitarias, un par de autos que habían girado bruscamente sobre la avenida aparecieron al frente y conducían rapidamente, probablemente un par de jóvenes amigos que conducían a la par sin darse cuenta que iban rompiendo unas cuantas leyes en su camino, conduciendo sin medir la velocidad, sin atender los semáforos o los pocos peatones que tenían que evadirlos con bruscas reacciones.

Bajé la velocidad al llegar a un semáforo que iluminaba en rojo, solté la mano izquierda del volante y levanté la manga del abrigo, el cual había ido a recoger de casa apenas hace una media hora, el reloj Arclight apuntaba las seis horas con cuarenta y dos minutos de la tarde.

El cielo que aún lucia grisáceo y triste se oscurecería en cuestión de un par de horas, trayendo consigo una fría y oscura noche con una luna apenas visible, las mismas nubes impedirían ver las estrellas o incluso algún avistamiento extraterrestre, el tema favorito de locos conspirólogos y desquiciados varios.

Me sentía feliz de haber cambiado de abrigo, el que la jovencita Bianca se había llevado anteriormente no me habría servido para soportar el frío nocturno.

Pasé justo a lado de los estudios Graylottus, un edificio un poco más grande que el de mi oficina, lujoso, construcción y arquitectura moderna, tenia la forma de un prisma, en fin, el lugar de trabajo del señor Vinter no me interesaba por ahora, sabía que el gran descubrimiento del día sería cualquier cosa que pudiese rascar de los apartamentos Platinum.

No tomó mucho tiempo hasta que llegué al objetivo, estacioné el auto fuera del complejo de apartamentos, el acceso al sitio era solo para residentes. Aun sobre la avenida White River, el aire que se respiraba en esas calles era distinto al del bulevar Saint Quest, sobre todo mas libre del constante olor a grasa de los puestos ambulantes de comida que rodeaban el edificio de mi oficina. Bajé del auto y me encamine a la entrada del lugar acompañado de una mala corazonada.

Una chica joven de cabello oscuro y mirada seductora caminaba en dirección a mi, dirigiéndose a la salida con rapidez, sonriendo todo el tiempo, pude notar que no me quitó la mirada de encima desde que la vi caminando desde lo lejos, sus ojos color avellana eran muy densos e intrigantes, sentía que incluso podía verme directamente a los ojos siendo que llevaba los lentes oscuros, en cuanto paso a mi lado pude percibir su llamativo perfume, era de aquellos dulces e intensos que tanto me fastidiaban.

Seguí mi camino hasta la entrada, la oficina de recepción constaba únicamente de una ventanilla atendida por un sujeto que tenia toda la pinta de haber bebido de mas el día anterior, a lo lejos pude notar que se encontraba sentado sobre una silla la cual recargaba sobre la pared.

Estando de pie frente a la ventanilla me di cuenta como era aquel sujeto, de aspecto más bien descuidado, piel blanca, ojeras y expresión de pocos amigos. Apoyó las cuatro patas de la silla haciendolas sonar con fuerza en el suelo y me dirigió una mirada inexpresiva.

- ¿A quién viene a ver señor? - Dijo.

Aquel hombre tenia una voz rasposa y muy gruesa, probablemente por alguna enfermedad o así era su voz normal.

No dije nada, seguía mirándole directo a los ojos a través de mis lentes oscuros, lleve una mano al bolsillo del abrigo y de el saqué una tarjeta, se la extendi, el hombre la tomó y la vio por ambos lados, absorbiendo hasta el mas mínimo dato de ella.

- Malcolm Vinter. - Respondí.

- Sus compañeros policías ya están aquí, llegaron un par de minutos antes que usted, supongo que le estaban esperando, adelante señor Horn, línea 2, edificio 4, piso 2, apartamento 7. - Indicó el hombre.

Tan pronto como acabo de hablar me devolvió la tarjeta. En el momento en el que mencionó policías la mala corazonada comenzaba a tener sentido.

Segundos después el mecanismo de la puerta se encendió, abriéndose en un ensordecedor ruido, esa puerta requería de un poco de aceite.

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