00 |Adios

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00| “ Tus palabras me lastiman cada vez que las recuerdo... Es por eso que solo pudo decir Adiós

¿Cuantas veces más estaría en esa situación?, ¿Cuantas veces más estaría en este siclo interminable de dolor?...

¿Cuantas lágrimas tendría que derramar para poder ser escuchado?, ¿Por que los dioses de dioses de sus antepasados le habían abandonado?...

Las lágrimas en su rostro eran como agua clara, dos pequeños ríos que dejaban al descubierto el dolor de una persona, sus  amargas lágrimas eran el reflejo de miles de años de existencia, hartó de el mundo que lo rodeaba...

Saber que todo por lo que luchó poco a poco se volvería polvo, notar como la gente que una vez apreció y le tendió la mano pisaban sin remordimientos su lastimado y contaminado suelo... Saber que su existencia poco a poco perdía la relevancia que logró conseguir con lágrimas y sangre. Sacrificios y dolor, muerte y soledad...

¿Qué se supone que deberían hacer para que le tendieran la mano como él lo hizo alguna vez?

¿Llorar?, ¿Implorar?, ¿Gritar?.

¿Cómo podría calmar el dolor en su pecho?, Aquel dolor que sus amados hermanos le crearon con el pasar de los tiempos.

¿Debería cantar para ahogar sus penas?...

Simplemente no lo sabía, sus espesas lágrimas poco a poco se secarian, él sabía que el mundo seguiría su ritmó y él solo se volvería parte del olvidó...
Pronto se volvería como Honduras, Venezuela...

No, En realidad era peor que ellos dos juntos, o eso es lo que él creía, ya no tenía a nadie a su lado...
¿Verdad?

Estaba tan roto emocionalmente, tenía depresión y a su vez estaba tan cansado. Tenía ganas de tomar su amada escopetas y darse un tiro en el pecho para acabar con su sufrimiento. Pero aún así sabía que no podía ser tan egoísta, no podía darse el lujo de morir, su pueblo aún lo necesitaba y eso lo tenía claro... Era un Padre tan patético, el peor que alguna vez pisó la tierra.

—Puta vida de mierda—su voz sonó como un triste lamento, eso es lo que era.

Alguien que solo causaba lástima a los que lo rodeaban, su aspecto era como el de un vagabundo pidiendo un poco de limosna—o en su caso amor y comprensión—, su rostro estaba pálido, las heridas en su cuerpo eran claras y la fea apariencia que este tenia podía dar a deducir que es la de una persona enfermiza.

Por desgracia él Mexicano él cual siempre ríe, canta y jamas llora está más roto que cualquiera.

Las lágrimas que recorrieron su rostro solo dejaron un doloroso camino de sufrimiento y verdades, las verdades que su mente intento ocultar, los suelos rotos que los demás destruyeron...

Fue ingenuo, fue un idiota en el pasado.

Se lamentaba de muchas cosas... Demasiadas para su propio bien.

Estaba enojado consigo mismo...

Debió asesinar a España cuando tenia oportunidad, debió aprovechar el amor de su familia —que en paz descanse—cuando pudo, debió desconfiar de Alfred cuando este le miro con ojos llenos de envidia, debió crear una pared tan grande y a la vez imposible de cruzar para evitar peleas innecesarias, jamas debió darle la espalda a Alemania cuando este le pido su ayuda en la segunda guerra mundial.

Tantos errores que siempre estarían ligados a su incompetencia como nación, aun teniendo más de 600 años jamas podría tener la misma fortaleza mental que Prusia o China. Jamas podría ser un bien líder como Japón o una persona tan positiva como su tío Italia, jamas podría ser temido como su "Padre" España, jamas podria ser una potencia como Estados Un
o una nación pasifica como Canadá.

—Estoy cansado...—susurro una vez más, la voz tan seca y tan débil era comparable como la de un muerto.

Él joven mexicano estaba muerto en vida, la vida le había dado la espalda al igual que el mimos  era una maldita perra en esos momentos. Ya no quería cantar para ahogar sus penas, ya no quería gritar para saciar su dolor, ya no quería sonreír para ocultar su tristeza.
El dolor que aprisionaba su alma jamas lo liberaría de sus tormentos, de sus lamentos, la oscuridad es el primer paso hacia la locura y el mejor que nadie lo sabia.

—Se que lo estas mi pequeño— Una segunda voz se escuchó en el lugar.

Una segunda voz resonó en las paredes del habitación de la ya cansada nación, ninguno quiso decir algo, ninguno quería romper con ese silencio tan horrible que los había cubierto...

La mujer miro con mucha seriedad al menor, una sonrisa se coloco en su rostro huesudo y sus dedos delgados acariciaron con mucho cuidado la mejilla del pelinegro...
Por otro lado el de ojos rojos sólo cerro sonrió suavemente al sentir el tacto tan cariñoso que tenía la muerte hacia su persona. Como le gustaría morir en esos momentos...

—Se que estas asustado, temeroso y cansado—la voz catrina solo logro llamar la atención del joven mexicano— Por eso los dioses me pidieron que te diera una nueva oportunidad.

—Me estas asustando Catrina—murmuro por lo bajo él mexicano.

Las miradas de ambos chocaron en una triste y suave despedida...

¿Oportunidad?...

Los ojos del mexicano se abrieron aun más al ver como su hermosa amiga su ga de toda la vida desaparecnía poco a poco de su vista.

Parecía una mala película, parecía como si la vida le estuviera dando otra patada en los huevos para recordarle que su existencia no valía nada... La única persona que le quedaba se había vuelto polvo, se habia vuelto en la mismísima nada ante sus ojos...

—¡Catrina!—Grito con tanta fuerza que su garganta dolió. Las lágrimas no se detuvieron...

Poco a poco el mundo se detuvo y el pudo jurar  aun que fuera unos pocos segundos ver, apreciar e incluso contemplar como los dioses le sonreían.
No sabía cual seria esa nueva oportunidad, tampoco sabia si valdría la pena... Lo único que sabia era que su hermosa amiga se había vuelto ceniza por un deseo egoísta.

[Estado : Editado ]

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