Relación

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Mi séptimo encuentro con Natalia fue la mañana después del funeral. Me desperté primero que ella y quise complacerla preparando su desayuno. me subí las mangas de la camisa blanca que estaba ligeramente manchada del maquillaje de Natalia así que me deshice de ella quedándome con el torso desnudo.

Até mi cabello en un moño alto y comencé a prepararle el desayuno, hice algo dulce para levantarle el ánimo, pancakes, con ensalada de frutas con miel y yogurt. Prepare café, con leche para ella y negro para mí, prepare las tazas para llevarlas a la mesa y al girarme la conseguí llevando sus dedos impregnados de azúcar glas a su boca, se había puesto un pijama de short y franela y su corto cabello estaba recogido en un moño desordenado, se giró hacia mí y se sorprendió al verme semi desnudo.

- Lo siento, no pretendo incomodarte es solo que mi camisa estaba sucia y....- ella se río sacando sus dedos de su boca.

- Descuida, James no me incómoda. - se acercó tomando de mi mano la taza de café negro. - Gracias.

Se sentó en la mesa tomando un sorbo de café, llevando después una fresa a su boca. Me miro con la boca llena y señalo el asiento frente a ella con entusiasmo para que me sentara y eso hice. La observé comer, comía muchísimo y me pareció lógico cuando ayer no la vi probar bocado, parecía un poco más feliz que ayer, más animada.

- Gracias. - me dijo con la boca un poco llena. - Por cuidar de mí, por dormir conmigo y por preparar este desayuno que esta delicioso, no es necesario, sé que han pasado cosas entre nosotros, pero no quiero que sientas ninguna responsabilidad hacia mí.

- Natalia, no te preocupes, hago esto porque quiero y porque sé que ambos estamos pasando un momento difícil con la muerte de Steve, debemos apoyarnos entre nosotros. - su mirada se apagó ligeramente y sus ojos se humedecieron.

- Lo siento. - limpio una lágrima que bajo por su mejilla y dejo un rastro de azúcar glas en ella. - Es que esto fue tan...

- Repentino, lo sé. - me acerque a ella y pase mi pulgar por su mejilla. - Tienes lágrimas dulces.

Le mostré mi dedo lleno de azúcar glas y ella soltó una risa que provocó que soltara las lágrimas acumuladas, ella me necesita más que nunca ahora y gracias a esto estaremos juntos siempre, como debió ser desde el principio, solo nosotros, nadie más.

Después del desayuno, pasamos todo el día juntos. Me sentía un poco celoso porque aun en su dedo estaba el anillo de compromiso que Steve le había dado, es lógico, no creo que se lo quite en un tiempo, pero igual no puedo evitar sentirme celoso. La consentí en lo más que pude para que supiera que yo siempre iba a estar para ella. Por la noche, estábamos ambos acostados en su sofá, viendo una serie española en Netflix, realmente no le estaba prestando atención no podía concentrarme con Natalia acurrucada contra mi pecho. Sé que ella tampoco prestaba atención a la serie, realmente ella estaba tan pérdida en sus pensamientos que ni siquiera de daba cuenta de lo que podía estaba pasando. Eché mi cabeza hacia atrás y me removí un poco y ella se movió también, bajo la cabeza de mi pecho y termino por acostarse en mis piernas.

¡Natalia por Dios!

Ella giro el cuerpo y termino por acostarse boca arriba donde nuestras miradas se encontraron. De nuevo tenía esa mirada triste, esa que había tratado de hacerla olvidar, pero allí estaba presente, no piensa en mí y si no en Steve y en su casi boda, casi puedo sentir a Steve riéndose de mí.

Aprieto uno de mis puños y es entonces cuando Natalia regresa de su ensoñación.

- Si te quitaran el brazo, ¿te dolería?

- Claro que me dolería. - le dije pensando que hablaba de mi brazo real.

- Me refiero al mecánico.

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