Recuerdo cuando en el recreo él bajaba por las escaleras corriendo con una sonrisa y una mano escondida detrás de su espalda, yo me emocionaba pues nunca fui buena haciendo amigos, y él llegaba para salvarme del silencio y la soledad, de repente sacaba un paquete de galletas y me las daba, yo no paraba de sonreírle y compartíamos las galletas juntos, no hablamos mucho y no era necesario aveces con la compañía era suficiente para comunicarnos de manera que entendíamos bien como estaba el otro, pero él siempre me preguntaba que tal era todo mientras revolvía mi cabello y yo le dicía que mejoraba cuando él llegaba, aún hoy me pregunto si realmente él hacía esto porque quería, mamá nunca se enteró de esto, al final del recreo se iba corriendo escaleras arriba con el paquete de galletas arrugado en su mano, es uno de los pocos recuerdo bonitos que tengo de él.
El tiempo pasó y la pubertad arrancó sin misericordia su inocencia, pronto me convertí en su enemiga, ya no soportaba que estiviera cerca de él, no entendía por qué y supongo en ese entonces no comprendía por que me sentaba tan mal que me rechazará, ahora se que lo que yo sentía era dolor.
Pasó más tiempo me acostumbré a su desagradable indiferencia, y mi mecanismo de defensa fue ignorarlo, (sin saber que estaba cometiendo un error con esto), él se alejó de todos, yo no entendía por qué, hasta el momento tampoco lo entiendo y duele el solo hecho de pensar en la rapidez que se convirtió en alguien que no conocía.
La impotencia me debilitó pero lo ignore, su mirada me intimidada pero lo ignore, su sonrisa forzada me destrozaba pero lo ignore.
El tiempo pasó, yo ya no tenía a mi hermano y ahora es un simple fantasma, aveces temo que su propia sombra lo abandone y ya no tenga nadie que lo acompañe en la oscuridad que se sumergió.
Simplemente enmudesco cuando pienso en él y trato de recordar aquellos días en los que su sonrisa era genuina y su inocencia palpable.
-bellotamentirosauwu.