Capítulo 1

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Abrió los ojos despacio, pensando que todo lo acontecido había sido un mero sueño, desde luego que para la mente de un niño no existía lógica que explicase que fue real lo sucedido. Sus amigos, ellos habían llegado muy lejos, pero sabía que no eran capaces de hacer algo tan horrible, menos por algo tan banal como desconfiar de ese niño solitario, así que su primer pensamiento instantáneo era que todo había sido un mal sueño, eso era todo. Al menos eso quería creer, pero sentía un dolor enorme en todo su cuerpo, en especial en su rostro, todo el daño físico que sufría le indicaba que cuanto recordaba era muy real, a pesar de no concebir en su mente que sus amigos fuesen capaces de algo tan horrible, de hecho, de no ser por su rápida intervención, al otro niño solo le hubiese esperado la muerte. Ni tan siquiera se lo pensó, fue casi un acto reflejo, no podía permitir que un chico inocente fuese arrollado por un tren, de haberse quedado quieto, sería tan culpable como los otros, pero él no era un asesino. El odio ante los que consideraba sus amigos se acrecentaba, por culpa de ellos, ahora sufría un dolor que jamás había experimentado, cayendo entonces en la cuenta de un detalle que lo inundó de preocupación, él mismo había tomado el lugar del horrible destino de la víctima, siendo su último recuerdo el ser alcanzado por el tren. Ante la visión borrosa donde todo era blanco y solo distinguía luz, un miedo muy humano lo invadía y se preguntaba si estaba muerto.

Una voz apareció junto a una silueta que no era capaz de distinguir en un principio, pero a medida que se volvía más nítida pudo reconocer a ese chico rubio de ojos azules quien lo miraba con preocupación ­­­­­―¿Estás bien?― Pudo distinguir que le preguntaba, pero se sentía tan desorientado que no pudo dar una respuesta inmediata, era más importante saber que estaba pasando, donde estaba, no podía moverse apenas, lo que dificultaba mas reconocer el lugar. ―Tranquilo, estamos en el hospital― Respondió el rubio al entender su confusión. Giró la cabeza lo mas que pudo, ya que el collarín lo limitaba aun mas, corroborando lo que decía aquel chico, observando otra camilla en paralelo a la suya que se encontraba vacía y una ventana lejana de la cual solo podía ver parte del cielo. Al menos se alegraba de que ambos estuviesen vivos, le servía de consuelo que su sacrificio no fuese en vano, sin embargo, eso no hacía que el cuerpo le doliera menos. ―Te llamas Bren ¿Verdad?― Escuchar su nombre le hizo prestar más atención a lo que le estaba diciendo, mirándolo a los ojos con una expresión de enojo, pero no estaba realmente molesto con ese niño, si no con la situación, deseaba encarar a los que había considerado sus amigos, y exigirles saber por qué quisieron llegar tan lejos. ―Si ¿Estás bien?― Respondió en un tono seco, y aun así, recibió una afirmación junto a una sonrisa sincera. ―¿Cómo te llamas?― Preguntó mas aliviado aunque en el exterior seguía pareciendo serio a causa del dolor inmenso, cosa que al rubio no pareció importarle, de hecho, lucía feliz y emocionado ante la iniciativa del otro chico en conocerlo. ―Me llamo Andy― Aunque no quisiera admitirlo, aquella sensación le gustaba, el ser un salvador, un héroe, ver aunque sea a una persona agradecerle por una buena acción. La mayor parte del tiempo, nadie reconocía sus méritos o le agradecía, en cambio siempre le encaraban todo lo que ellos consideraban malo, hecho que lo llevó a volverse menos sociable con los adultos y hacer simplemente lo que le daba la gana, pues al fin y al cabo, todo lo que hacía parecía estar mal. Al menos ahora nadie le iba a arrebatar ese triunfo, esa sensación de que pudo hacer algo bueno por una vez en su vida, sintiéndose bien consigo mismo.



Para su desgracia, aquel momento fue interrumpido por un señor quien entró sin avisar, pero por su aspecto no parecía un doctor. Podría rondar los treinta años, tenía el cabello castaño repeinado hacia un lado, con una camisa remangada con un estampado de rayas verticales de color azul marino y marrón, y usaba unos jeans. Alrededor de su cuello tenía colgada una cámara fotográfica profesional que no tardó en usar para apuntar a los menores, quienes miraban al mayor con incertidumbre ―Si, esa es una buena pose, no os mováis― Esto causó que el moreno se enojase, ya que sin mediar palabra había entrado con intenciones de fotografiarlos sin explicación alguna. ―¡¿Que crees que haces?! ¡Aleja esa cámara!— Pero lo único que consiguió fue provocarse daño a si mismo por forzar los músculos de la cara, mugiendo así de dolor.

Esto no pareció importarle al adulto, quien luego de obtener lo que quería, soltó la cámara, dejándola pender de su cuello —Tranquilo, chico, soy periodista, tu madre me dio autorización para sacarte una foto ¿Acaso no te gustan?— Al ver la mirada furiosa del mas joven, prefirió ir directo al tema que le interesaba. —Ella ya me dio su versión de los hechos, pero quisiera oír de ti lo que pasó.—

—Y si mi madre ya le ha contado ¿Por qué tengo que repetírselo yo?— Inquirió molesto, aunque mas tranquilo, pero no por darse por vencido, mas bien porque había comprobado de un modo doloroso que no debía alterarse. —Porque quisiera saber todos los detalles posibles, al fin y al cabo, un intento de homicidio por parte de un grupo de niños no es algo común en este lugar ¿No crees?— Pero como respuesta, el periodista obtuvo un bufido, a Bren no le interesaba si se daba o no ha conocer aquella historia, solo le importaba el estado en el que se encontraba en aquel momento, además, deseaba estar solo. Pero ese hombre no parecía que se fuese a ir enseguida, y sin posibilidad de echarlo de la habitación, solo podía sentir impotencia. Luego de la primera pregunta, la cual no pensaba contestar, apareció otro adulto, este por el contrario vestía el blanco de los doctores, tenía el cabello canoso grisáceo, y con un afeitado apurado en su rostro. —Me alegro de que ya has despertado, Brendan ¿Como te sientes?— Habló con un tono calmado y cálido a pesar de su potente voz. Avanzó por la habitación ignorando al periodista y se quedó muy cerca del paciente. Este pudo ver aquello como una oportunidad, mostró su voz y expresión mas lastimera y le respondió —Me duele todo el cuerpo y este señor no me deja descansar, quiere que responda a todas sus preguntas— El doctor inmediatamente miró con desaprobación al periodista, sacándolo de allí verbalmente al advertirle que debe dejar descansar al chico, cosa que al otro adulto no le agradó en absoluto, pero no le quedaba otra alternativa mas que obedecer, mirando por última vez a Bren quien le sacó la lengua en un signo de burla aprovechando que el otro adulto también tenía los ojos en dirección al periodista. Una vez que se marchó, el doctor prosiguió —Esta bien, sigue descansando, pero antes debo auscultarte y comprobar que todo va bien. — Ante la afirmación del paciente, comenzó con el estetoscopio, dando indicaciones al menor de como debía respirar. —Has sido un chico muy valiente, Brendan, y muy afortunado de salir con vida. Andy no se ha separado de ti todo este tiempo. — La primera afirmación le agradó, llenando su ego por un momento, era la primera vez que alguien le decía algo bueno, de hecho, si alguna vez alguien lo hizo, fue tanto tiempo que ni lo recordaba. Pero luego de saber sobre la acción del otro chico, su primer pensamiento fue preguntarse cuanto tiempo había estado hospitalizado y que había sucedido mientras estaba allí, de hecho, el rubio era el único en aquella habitación. Y no era que esperase algo de sus amigos, quienes lo había decepcionado tanto, pero ¿Y su familia? ¿Donde se suponía que estaban? Aunque muchas veces se sentía muy fuera de lugar en su hogar, siempre pensó que podía contar con ellos, al menos con su madre. Pero ella brillaba por su ausencia, y aunque no era la madre mas amorosa del mundo, si esperaba al menos que mostrase preocupación al saber que su hijo sufrió un accidente. También pensó en la posibilidad de que aun estuviera enojada por hacer algo tan temerario, en cualquier caso, ni ella, ni su hermana, tampoco su padre estaban allí, sintiendo una gran presión en su pecho, la sensación de que de verdad estaba solo y el hecho de que el único que se preocupó por el era un chico del que solo sabía su nombre, le hizo sentir que a su corta vida nadie lo quería.

El rubio en cambio sonrió y dijo en un tono gentil —Bren arriesgó su vida para salvar la mía, siempre voy a estar en deuda con el— El doctor parecía enternecido por aquellas palabras, sonriendo discretamente. Al finalizar las pruebas, se despidió de ambos chicos, en un principio iba a pedirle al rubio que se marchase, pero los veía a ambos tan tranquilos, el uno con el otro, que le pareció mas conveniente dejar que le hiciera compañía al paciente. Y aunque esto hubiese sido una oportunidad para conocerse ambos menores, si era cierto que Bren necesitaba descansar a pesar de haber despertado recién, y a pesar del dolor, no tardó en quedarse dormido, siendo observado por Andy, quien le siguió poco después, sintiendo sus parpados caer, sucumbiendo al sueño.


Aquella paz duró un par de horas, ya que de nuevo otra visita pareció llegar, irrumpiendo el silencio de aquella sala. Los jóvenes abrieron pesadamente los ojos, pero bastó escuchar aquella voz femenina para que el moreno la reconociera, pues se trataba de su madre. Esto por un momento emocionó al chico, quizás era una mujer que cualquiera definiría como falsa, hipócrita, de esas que siempre tiene algo malo que decir de los demás, pero era su madre, y el tenerla cerca en ese momento era cuanto necesitaba, esperando que por una vez le diera su apoyo moral y le dijera que todo iba bien. —¿Como se encuentra mi niño?— Preguntó en un tono preocupado, cosa que lo hizo sentir mejor —Bien, mamá, creo que me recuperaré pronto— Mintió, estaba lejos de sentirse bien, deseando curarse lo antes posible, pero tampoco quería hacerse ver como un chico débil. Una cosa era librarse del periodista pesado y otra muy distinta mostrarse delicado frente a los demás, sobre todo con su familia. Aunque tuviese buena intención, no supo distinguir una mueca discreta, que denotaba preocupación, pero sobre todo disgusto por parte de la adulta. —¿Sabes, Bren? Pronto se va ha celebrar el juicio de esos mocosos. Sabes que tienes que decir ¿Verdad? Ese día no puedes decir que estas bien, si no, pensaran que no fue tan grave— En un tono mas serio, cosa que produjo una gran sensación de incomodidad al menor. Aun no procesaba lo sucedido como algo real, que sus amigos casi cometen un asesinato, los mismos con los que pasó años jugando y con los que en general pasaba el tiempo evadiéndose. Y ahora incluso habría un juicio en donde él testificaría contra ellos, era mas de lo que podía soportar, provocando un estrés que no había experimentado antes, mientras, la adulta le daba indicaciones de como debía actuar y lo que tenía que decir en el juicio, pero este no respondía, tan solo se quedaba con una expresión de inseguridad —¡Bren, te estoy hablando!— Expresó su madre enojada, pero no tardó en posar sus ojos en el rubio, al que había ignorado todo este tiempo. —¿Podrías irte? Esto es un asunto familiar— Este solo se levantó luego de decir en un tono musito —Si señora— Caminó hasta la puerta y le echó un último vistazo al moreno para luego girar la perilla de la puerta, sin embargo, los gritos de horror de aquella señora lo paralizó —¡¿Que te ocurre, hijo?! ¡Deja de bromear! ¡Bren!— El rubio quien estaba apunto de irse, volteó rápido y contempló alarmado como el otro chico convulsionaba con los ojos virados y expulsando espuma por la boca, que escurría por las comisuras y corría por las mejillas. Andy fue rápido y pulsó el botón para las emergencias que tenía cerca de la camilla, para acto seguido correr a buscar ayuda mientras la madre de Bren seguía histérica producto del pánico de ver a su hijo en ese estado.


Feeding Lamb [Precuela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora