La amarga Jane dejo de ser una niña para convertirse en una adolescente, ella llamaba la atención de chicos y chicas, su estilo solía variar en cuanto a las ocasiones pero, nunca Perdía su intimidante presencia.
Jane nunca se había enamorado a diferencia de sus 3 únicos amigos, a pesar de que ella tuviese una actitud irritable logró conseguir amigos de verdad, personas que la querían y para Jane eso no tenía precio.
Ella estaba de vacaciones en su pueblo natal como siempre no pudo evitar ganar enemigos, sus amigos eran de aquel pueblo por lo que la mayoria del tiempo andaban juntos sin embargo, cuando jane andaba sola por las calles ella lograba meterse en lios con facilidad. Cada que peleaba Jane siempre iba al hospital San Marcos, en aquel lugar había una enfermera muy dulce que trataba a Jane como una nieta, la enfermera se encargaba de curar las heridas de la joven sin protestar, la señora sólo se preocupaba por el Estado de Jane y aunque,nunca lo dijo en voz alta la joven sabía que la señora Ana aveces temía por la vida de Jane.
Era un aburrido lunes, un lunes que marcaría una diferencia en la vida de Jane, la chica se dirigió al hospital con su labio inferior roto y un par de golpes en su costilla.
Cuando llegó una doctora de mediana edad la miraba curiosa sin embargo, Jane la ignoro dirigiendose a la sala 4 del hospital donde le dijeron que estaba Ana, ella encontró a la señora colocando un respirador a una chica a la cual no pudo distinguir bien.
Jane sólo se sentó a esperar para ser atendida.- querida Jane, ¿cuando sera el dia que me visites sin un golpe en tu cuerpo? - dijo la enfermera cuando se percató de la presencia de la joven.
- tal vez un día deje de toparme con idiotas, ese día vendré y te traeré tus chocolates favoritos - sonrió la joven.
- ¿sabes que no me gusta el chocolate verdad?- respondió con un tono de duda.
- ¿sabes que los idiotas nunca se acaban verdad? - rodo sus ojos - entonces creo que será nunca.
La enferma sólo negó con su cabeza por el comentario, Jane estaba por continuar cuando escucho una suave risa en el sillón del frente, en ese momento Jane observó a una joven de piel bronceada con los ojos color miel y su cabello negro que caia por sus hombros, a jane se le olvidó como respirar y se sintió avergonzada cuando aquella chica se dio cuenta de que era observada.
Apartó su mirada un rato hasta que Ana llegó con su botiquín para sanarle las heridas.
Luego de que la enfermera hiciera su trabajo con Jane, Ana tuvo que ir a la sala 8 con otros pacientes dejando sola a Jane con la chica.
Jane se preguntaba por que alguien tan joven estaba en ese lugar, ella observó alrededor de la sala y se dio cuenta que no había nadie más.
"Vamos sólo hablale" "¿y si no le agradó?" " ¿por que me importa tanto?" "No seas cobarde". Los pensamientos de Jane estaban luchando trantado de decidir si se iba o le hablaba. Aunque alguien se le adelante.- ¿eres familiar de Ana? - pregunto la joven de ojos color miel, Jane sentia la dulzura profunda de su voz.
- no, sólo soy una fastidiosa que conoció por casualidad - dijo Jane tratando de ocultar sus nervios.
- oh, me da gusto conocer a una fastidiosa tan linda como tu - dijo con una sonrisa que dejo a la pobre Jane con sus mejilla teñidas de rojo.
- a mi me da gusto hablar con alguien tan dulce y hermosa como tu - Jane intento retomar el control de lo que parecía un coqueteo.
- mi nombre es Sofía .
- el mío es Jane, y ¿por que estas aquí? - le preguntó.
- tengo problemas respiratorios y debo asistir a terapia todos los días a esta hora. - le respondio con una dulce sonrisa.
Para Jane fue extraño, Sofía estaba atada a terapias diarias y no se veia miserable, su sonrisas eran verdaderas.
- eso no está tan bien - Jane no sabía que decir - estaba pensando en irme pero, puedo ofrecerte mi compañia, cla... claro.. si..si... es que lo quieres.
- quédate - su voz sonó un poco baja mientras ocultaba su sonrojo - y tal vez podría saber más de ti.
Jane no había coqueteado con alguien y tampoco sabía lo que era un amor de pareja. Para ella todo fue nuevo y diferente, tal vez fue demasiado ciega en sus 3 primeras citas con Sofía o tal vez estaba demasiado insegura de si misma, ella no creía que Sofía podía llegar a quererla.
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deseos ocultos
RomansaEn la profundidad de una mente hay muchas historias por contar, tristes, felices o excitantes. puede que la historia de su vida se convierta en un deleite para los que tenemos deseos ocultos.