¿Qué tan profunda es el alma?
Solo conocemos un 5% de las especies que habitan en el océano y la profundidad de este. Suelo compararlo con nuestro alma.
Los más valientes agarran sus equipos de buceo y con altas posibilidades de riesgo, caen de espaldas al agua, son ellos quienes tienen la curiosidad de conocer, de encontrar, de mirar, de explorar y por sobre todas las cosas, tienen ganas de encontrarse con lo desconocido, con aquello que va más allá de nosotros.
Hundidos en el silencio del océano, pueden escuchar los sonidos más diminutos.
¿Será posible hundirse en el silencio del alma? Pero en ese silencio que se escucha, que se siente, ese silencio que tiene sonido y no se vuelve una costumbre. Quiero hundirme en lo profundo del alma, quiero estar a ciegas, desarrollar mi tacto el 100%. Quiero tocar fondo para que luego el piso se convierta en un enorme resorte que me empuje con todas sus fuerzas hacia arriba y me haga resurgir como una estrella fugaz.
Que mi cuerpo y mi piel se conviertan en traje de neoprene, quiero poder bajar el cierre y que mi alma, al igual que los brazos, piernas de los buceadores, salga de pie, desnuda, sin secretos después de haber sido inspeccionada por quien la porta.
Quiero poder darte un abrazo alma mía y decirte que sin vos no soy yo.
