|Capítulo 4|2197|

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Sean y yo finalmente llegamos al hospital. Sabíamos que aquellos hombres no nos iban a dejar escapar tan fácilmente, pero Sean decidió que esto era lo mejor que hacer. Aquí, si nos disparaban al menos teníamos probabilidades de sobrevivir, además de ser un lugar público.

La habitación doscientos treinta y dos. Allí es donde estaba su hermano. Sean abrió la puerta, mostrando a un chico de tal vez un par de años más que yo, pálido como un papel. Debo admitir que no se mucho de médicos, pero parecía que estaba en el borde entre la vida y la muerte.

-Leon va a morirse si no hago nada, no puedo dejar que eso pase.

¿Sería capaz de hacer esto? Creo que no. Una cosa era dar vida a una máquina, ¿pero quitar una vida y ponerla en otro cuerpo? Era en mi opinión algo imposible. Simplemente lo era por el hecho de que las almas son sumamente abstractas, nadie en este mundo sabe a ciencia cierta lo que es. Mordí mi labio inferior con nerviosismo, mirando al suelo como si fuesen diamantes. No sabía qué hacer.

No había nada que hacer, en mi vida había hecho semejante cosa. Por favor, que siquiera sabía lo que hacía cuando le cambiaba la programación a Valkyrie. De hecho, estimé que su «despertar» seria dentro de entre seis y doce meses. Luego resultó que fueron apenas tres semanas.

Se me cerró la garganta, como si en el caso de que fuese a decir algo, mi cuerpo me imploraría toser hasta echar los pulmones por la boca. No eran nauseas, no era nada parecido. Tal vez era decepción.

-Miran Sean, admiro profundamente tu amor hacia tu hermano, pero yo solo di una vida a una maquina. Y no se siquiera si es una vida de verdad o solo un fruto de mi programación. No se si ha evolucionado en este tiempo o si se ha quedado igual. Como sea, no se transferir consciencias. Lo siento mucho, de veras.

Entonces vi como el mundo de Sean se le caía encima. Ese exterior de rudo vikingo se había transformado en solo Sean McAllister: el hombre que buscaba esperanza hasta en los sitios más remotos.

-¿No hay ninguna manera? -dijo Sean al borde de las lágrimas. Apreté la mandíbula y me empecé a relamer los labios para no acabar igual que él.

Negué. La tensión en mis hombros me iba a matar. Tan solo me veía capaz de mirar a un lado de Sean.

-Créeme Sean, si pudiese hacer algo, lo haría. Eso no lo dudes, porque se lo que es ver a alguien morir lentamente ante tus ojos y no poder ayudar nada. Entiendo ese sentimiento de impotencia y toda esa rabia que te gustaría descargar contra el supuesto dios que haya ahí arriba. Lo he vivido, pero lo mejor es aceptarlo y tratar de pasar el mejor tiempo con tu hermano. Si vas buscando curas constantemente puede que llegue un día en el que encuentres algo que le pueda ayudar, pero puede que no se vuelva a despertar por la mañana -dije mirando esta vez a Sean a los ojos. Joder que si hablaba de la experiencia. Acababa de sacar el hígado por la boca y yo no mostraba seña de sentimiento. Normal que Tristan me llamase mala mentirosa-. A veces es mejor perder la esperanza, porque no la hay.

-Me niego -bramó mirando a su hermano por el cristal-. Voy a hacer todo lo que este en mi mano para ayudarle. Que tu no pudieses ayudar a esa persona porque no buscaste lo suficientemente bien no es mi culpa. Mucho menos la de mi hermano. Yo voy a estar hasta el día de su muerte buscando una alternativa a la operación.

Me le quedé mirando con la peor cara de shock, desprecio y asco que podía poner. ¿Había dicho lo que había dicho? ¿Y yo como narices había podido confiar en llevarme todas mis pertenencias conmigo solo para ayudar? ¿Y si lo había planeado todo?

Me giré y comencé a andar hacia la salida, no sin antes sonreírle cínicamente. Su hermano iba a morir y él todavía estaba en la fase de negación, adorable. No me podía creer lo que había pasado. Ese mamón había pisoteado la tumba de mi madre.

Killer QueenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora