4. Provocando a una diosa

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Lo que pasó los días siguientes fue justo lo que Mary no quería: Alyssa empezó a frecuentar su grupo de amigos con la excusa de ver a su primo más a menudo. Robbie pensó que era ella la que se había dado el golpe con un ladrillo, no él. Dylan sólo miraba suspicazmente a Mary de vez en cuando, y ella quería esconderse bajo las piedras como consecuencia.

La prima de Robbie le contó a Mary que si apenas dos contactos habían llamado la atención de Freya, pasar tiempo en grupo quizás la haría enfadar lo suficiente como para intentar separarlas.

—Y entonces es cuando hay que rogarle que nos deje intentar disculparnos, o conocer el motivo de nuestro castigo por lo menos.

—¿Y si no quiere escucharnos?

—Lo hará. Casi han pasado mil años. La Ástrid original murió el 1025. Estamos en 2019. Lo más probable es que el castigo empezara unos años antes de su muerte.

—Freya me dijo que mi castigo no había terminado.

—Entonces debemos estar muy cerca. Te lo dije, los dioses no hacen nada de esto sin que aprendamos algo por el camino, y no hemos aprendido nada aún.

Mary no estaba nada convencida. Es decir ¿atraer a una diosa de la guerra haciéndola enfadar y desafiándola para poder, casi de forma milagrosa, huir de su muerte? Era tal y como Alyssa lo estaba planteando.

Pero por otro lado, no podía impedir que las cosas pasaran, porque siguió recibiendo sueños, cada vez más troceados, sobre la historia entre Mérida y Ástrid. Mary se vio combatiendo en aldeas, derrotando criaturas salvajes más grandes de lo común en bosques con su arco. Ástrid no aparecía en ninguno de ellos excepto en uno: yacía en una cama, herida y débil, pero consciente. Mary dio por sentado que en ese último sueño ya eran algo más que amigas, porque se cogían de la mano sin ningún miedo. Y Mary sabía que ella era bastante tímida para estas cosas.

Alyssa le solía preguntar sobre si había tenido sueños, pero nunca preguntaba por su contenido. Mary no era especialmente avispada en ese tema, pero hasta ella notaba que a su nueva amiga le avergonzaba hablar sobre lo que ocurría en ellos. Aunque siempre le decía que la voz de Freya amenazaba y advertía en todos los sueños en los que salían juntas y en batalla.

—Has cogido un tic de Mérida —le dijo un día, hablando de esos sueños.

—¿Eh?

—Sí, eso de meter los dedos entre tus rizos para rascarte la cabeza cuando estás nerviosa. Antes no lo hacías. —¡Y encima iba sonriendo la tía!

—Será porque no dejamos de hablar del tema. Y los sueños son cada vez más frecuentes.

Mary tardó un buen rato en procesar que Alyssa la había estado observando lo suficientemente de cerca para darse cuenta de un detalle que sólo había sucedido en sueños. Por suerte, estaba sola cuando quiso morirse de la vergüenza.

A ver, había que ser sinceros en esa cuestión: si descubres que tu antepasada era pareja con la antepasada de tu amiga, y encima no dejas de soñar con esa especie de aventura rocambolesca, luego no vas y haces como si nada con esa amiga. Mary dejó como imposible que no sintiera absolutamente nada al respecto, y tuvo que admitir que se sentía de alguna forma conectada a Alyssa por ello.

Para ser más directos: Mary no conectaba con nadie que no fuera su familia. Quizás se debía a su personalidad solitaria e individualista, pero con los amigos tenía otro tipo de relación que normalmente no involucraba tal cantidad de emociones. Eran mucho más frías, siempre destinadas a las risas, o al trabajo, o a hacer tonterías. Alyssa no era una amiga, porque estaba claro que el pasado le gritaba "no hay sólo risas y tonterías".

Mil años [Mérida x Ástrid - Brave/Cómo Entrenar a Tu Dragón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora