A Gustavo, Buenos Aires.
Miércoles, 30 de enero de 2019.No volviste a hablarme. Te enojaste, supongo. La última vez que me hablaste fue el lunes y yo, como siempre, me planté en mi papel de superación y comencé a contestarte cosas de mala manera.
No quería hacerlo, solo me nació.
Pero en la madrugada del martes, cerca de las dos de la mañana, te envié mensajes porque pensé que me habías bloqueado. Te escribí pensando que nunca te llegarían, pero entonces el doble tilde se marcó en el primer mensaje que ya había enviado mientras escribía el segundo. Ya no podía arrepentirme. Y sentí vómito verbal. Te dije que me sentía como una completa idiota, me sentía así porque lo único que hacía era alejarte cuando solo quería tenerte más cerca. Dije que no sabía por qué era así, aunque quizá sí. Te dije que fuiste muy forro conmigo, y que eso me había dolido muchísimo.
Fuiste forro conmigo casi el 80% de nuestra relación.
Sé que no fui perfecta, pero nunca te mentí y siempre te antepuse a los demás porque te amaba tanto que te convertí en mi prioridad. Seguramente fue mi error. También te dije que moría por verte, pero que simplemente no podía. Por último te pedí perdón por ser así, por ser estúpida.
Leíste los mensajes en el segundo.
¿Te desperté? ¿Habías salido y por eso estabas despierto? ¿Acaso estabas esperando mi mensaje?
Solo respondiste con un «ok» y me sentí todavía peor.
Te estaba perdiendo, lo sabía, todo se estaba terminando y no quería pero no dije nada más porque intentaba aceptar mis propias decisiones.
¿Fue tan fácil dejar de hablarme?
Elizabeth.
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Desintoxicación
Short StoryTe perdoné hasta que mi corazón reventó. Te amé hasta que dejé de amarme a mí misma.